Estamos en los primeros días del cuarto mes de este nuevo año y seguramente has escuchado que familiares, amigos o compañeros de trabajo que ahora sí, en este año empezarán la dieta y harán ejercicio para perder esos kilitos de más que ganaron durante las fiestas decembrinas y vacaciones, estos son algunos de los tantos propósitos que nos hacemos año tras año y que, a lo largo del tiempo, no logramos cumplir y esperamos a las 12 uvas para volver a prometernos que “ahora sí, haremos una nueva dieta y mucho ejercicio”, el ciclo sin fin.

¿Cómo empezar? ¿Hasta cuándo mejoraremos nuestros estilos de vida? ¿Cómo lograremos cumplir esos propósitos cliché que muchos pretendemos alcanzar?

Hoy en día, diversos estudios desmienten que comer poco, saltarse las comidas y restringir nuestro aporte calórico sin consultar a un profesional de la salud son la única opción para mejorar nuestro estado físico y de salud, esto no funciona así.

Existe evidencia científica que demuestra lo contrario, donde seguir dietas estrictas o de moda podrían influir en el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria (1). Entonces, ¿Qué otras opciones existen?

Caras vemos, microbiotas no sabemos 

Imagen 1. La microbiota intestinal. Ilustración de Katie Horwich

Tim Spector, epidemiólogo genético y fundador del Registro de Gemelos de Reino Unido en el Kings College de Londres, argumenta que debemos reevaluar lo que creemos que sabemos sobre una buena dieta. El científico llegó a esta conclusión a partir de estudios epigenéticos en gemelos y encontró que la microbiota intestinal influye en gran medida en la diferencia de peso de hasta 10 kg entre estos. El amplio repertorio de bacterias intestinales de dos personas, incluso en gemelos idénticos, no es igual.

Actualmente, la ciencia ha demostrado que la mezcla de bacterias intestinales presentes en el organismo dicta respuestas altamente individuales a diferentes alimentos, especialmente, las bacterias del género Christensenella y Akkermansia, estas resultaron ser beneficiosas y abundantes en los gemelos delgados, quienes también mostraron un microbioma más diverso (mayor cantidad de especies diferentes), lo que se asociaba con una menor ganancia de peso (2).

Y ¿Cómo lograr esta diversidad microbiana? La respuesta es sencilla, a través del consumo de diversos alimentos sin procesar o mínimamente procesados, por ejemplo, plantas, semillas y leguminosas. También, elegir plantas que tengan polifenoles como el repollo morado, zanahoria, frutos rojos, cítricos y café.

Consumir probióticos como el yogur natural, el kéfir y la kombucha porque contienen microorganismos que pueden poblar el intestino y contribuir al equilibrio de la microbiota intestinal. Por último y no menos importante, eliminar los alimentos ultra procesados como galletas, salsas industrializadas, refrescos, dulces, entre otros.

Hacia la nutrición personalizada 

Imagen 2. Alimentos y ejercicio. IStock/ Wand_Prapan

Continuando con los estudios de Spector, se analizó la respuesta metabólica y composición del microbioma del consumo de alimentos iguales en diferentes personas. Los resultados señalaron dos aspectos importantes, el primero que no todas las calorías son iguales ya que dependen del tipo de alimento, y el segundo, comprender la biología de cada persona en relación con la dieta y salud es más importante que llevar una dieta de calorías controladas (2).

En otras palabras, si cargas con unos kilos de más y no ves cambios en tu composición corporal, quizás se debe a la manera en la que tu cuerpo responde a los alimentos que comes, más que a sus calorías. Por lo que, si quieres cumplir tus propósitos de este año, considerar a un equipo multidisciplinario de profesionistas es fundamental para llevar un estilo de vida saludable.

Referencias

  1. Brytek-Matera, A., Czepczor-Bernat, K., Jurzak, H., Kornacka, M., y Kolodziejczyk, N. (2019). Strict health-oriented eating patterns (orthorexic eating behaviours) and their connection with a vegetarian and vegan diet. Eat Weight Disorders, 24(3), 441-452. 10.1007/s40519-018-0563-5.
  2. Wyatt, P., Berry, S.E., Finlayson, G. et al. (2021). Postprandial glycaemic dips predict appetite and energy intake in healthy individuals. Nature Metabolism, 3, 523–529. https://doi.org/10.1038/s42255-021-00383-x

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