De forma rutinaria todos deberíamos hacernos analíticas de sangre para tener controlados aspectos como el colesterol o el azúcar, entre muchísimos otros. ¡Sorpresa! En tu última analítica el médico te ha indicado que tienes demasiado alto el colesterol malo. Enciendes la televisión y te llegan varios anuncios publicitarios con soluciones a tu problema (parece que te están espiando). ¿Sirven realmente para algo todos esos productos “milagro”? ¿En qué se basan? Pero lo más importante… ¿qué es el colesterol “malo” y por qué lo hay “bueno”?
El colesterol es un lípido (una grasa) esencial para las células de nuestro cuerpo, pues forma parte de la membrana plasmática de todas las células animales. Pero no solo tiene una función estructural en nuestro cuerpo, sino que también está implicado en la síntesis de vitaminas como la D (esencial para el mantenimiento de nuestros huesos) y hormonas como las sexuales o las relacionadas con el funcionamiento de los riñones. Aunque la mayor parte del colesterol de nuestro cuerpo lo producen nuestras propias células, existe un porcentaje que puede ser absorbido en la dieta.
Cuando el alimento llega al intestino, los jugos pancreáticos y las sales biliares se encargan de liberar el colesterol presente. Este, junto con otros lípidos, será absorbido por las células del intestino, en concreto, se calcula que el 50% del colesterol que pasa por el intestino es absorbido, mientras que el resto es expulsado con las heces. Ese colesterol entra en el torrente sanguíneo y es transportado por todo el cuerpo. Es en este momento donde debemos diferenciar el colesterol “bueno” del “malo”. Realmente el colesterol es el mismo, solo que para ser transportado en la sangre debe unirse a unas proteínas específicas, formando lo que se denominan lipoproteínas. Si son proteínas de alta densidad se llamarán lipoproteínas de alta densidad (en inglés: High Density Lipoprotein = HDL), y si son proteínas de baja densidad, se llamarán lipoproteínas de baja densidad (en inglés: Low Density Lipoprotein = LDL). El HDL es el denominado como colesterol “bueno”, mientras que el LDL es denominado como colesterol “malo”. El colesterol “bueno”, como tiene una alta densidad se “hundirá” y se separará de las paredes de los vasos sanguíneos, mientras que el colesterol “malo”, como tiene menos densidad que la sangre, flotará y se irá quedando pegado en las paredes de los vasos sanguíneos. Si la cantidad de colesterol “malo” en la sangre es elevada se irá depositando cada vez más y más colesterol (en realidad lipoproteínas) en las paredes hasta que el vaso se obstruye y se produce un infarto.
Entonces, cuanto más colesterol consumamos en la dieta, más colesterol será absorbido en nuestros intestinos y más LDL tendremos en la sangre, con el consiguiente riesgo cardiovascular asociado. ¿Cómo nos ayudan estos productos “milagro”?
Los esteroles vegetales son algo así como el colesterol de las plantas, aunque están presentes en ellas en una menor proporción. Por lo que se refiere a los alimentos de origen vegetal, tendríamos un aporte de estos elementos en nuestra dieta al consumir aceite de girasol, aceite de oliva, almendras, alubias, maíz, trigo, lechugas, plátanos, etc. La forma en la que estos compuestos son beneficiosos para nosotros se debe al proceso de absorción en el intestino. Los esteroles vegetales y el colesterol tienen una estructura química muy similar, por ello, compiten en el intestino para ser absorbidos por las células. Básicamente, cuantos más esteroles vegetales haya en el intestino en ese momento, menos colesterol entrará en el torrente sanguíneo.
Pues es precisamente en este proceso biológico en el que se basan todos estos alimentos “milagro” contra el colesterol. Productos de naturaleza láctea que son enriquecidos de forma artificial con esteroles vegetales. De esta forma, se aumenta la cantidad de esteroles vegetales en el intestino y, con ello, se reduce la absorción de colesterol y su presencia en la sangre.
Por lo tanto, una dieta rica en productos de origen animal puede aumentar de forma significativa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como consecuencia del aumento del colesterol en sangre. El consumo de alimentos enriquecidos artificialmente en esteroles vegetales reduce la absorción de colesterol en el intestino, de igual forma que lo hacen alimentos que ya los presentan de forma natural.
“La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera”
Referencias bibliográficas y más información:
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