Resumen
Siempre que hablamos de dolencias leves, se nos vienen a la cabeza 3 medicamentos: aspirina, paracetamol e ibuprofeno. Durante los últimos 30 años, el consumo de los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y de otros analgésicos no-opioides ha aumentado enormemente, pasando a ser prácticamente el grupo de fármacos más consumido, aunque no siempre correctamente. Los efectos secundarios de los AINEs son ampliamente conocidos, desde problemas cardiovasculares hasta gastrointestinales, pasando por lesiones renales.
Por esta razón, es fundamental que la población conozca, asuma y valore los riesgos que conlleva su uso, más aún teniendo en cuenta la creciente y peligrosa tendencia hacia la automedicación. En este breve artículo buscamos acercar y simplificar estos riesgos para facilitar su entendimiento, ayudados por todos los estudios realizados en estos últimos años.
Introducción
Los antiinflamatorios no esteroideos son, con diferencia, los medicamentos más usados en todo el mundo. La variedad de sus aplicaciones, unido a la facilidad para conseguirlos y a la actual y creciente tendencia hacia la automedicación, generan una situación en la que se presentan numerosos problemas: el desconocimiento de su funcionamiento, su excesiva utilización y, lo más peligroso, sus efectos adversos.
El dolor: la búsqueda de su explicación
Entender las sensaciones, sentimientos o el funcionamiento del cuerpo humano han sido y seguirán siendo una de las mayores preocupaciones de la especie humana. Desde los inicios de nuestra especie se ha buscado la explicación del dolor, cómo es posible que sea tan rápido y sobre todo, por qué es tan distinto de unas personas a otras. La
Asociación Internacional para el Estudio del Dolor definió el dolor como “una experiencia sensitiva y emocional desagradable, asociada a una lesión tisular real o potencial”. La percepción del dolor consta de un sistema neuronal sensitivo (nociceptores) y unas vías nerviosas aferentes que responden a estímulos nociceptivos tisulares. Existen varias clasificaciones del dolor, siendo las más generales la duración, patogenia o localización.
La escalera del dolor de la OMS
Para generar un protocolo y tratamiento a la hora de controlar el dolor (enfocado principalmente al oncológico), la OMS publicó en 1986 la llamada «Escalera del dolor». Consta de tres escalones en los que se divide el tratamiento del dolor del cáncer terminal. Su uso por los profesionales médicos está extendido por todo el mundo, siendo el método de seguimiento de todos los tipos de dolor. El primer escalón está compuestos por los fármacos no opioides y los coadyuvantes, es decir, aquellos fármacos que tienen un «techo analgésico», límite a partir del cuál no mejora su efectividad aunque se aumente la dosis o se combinen en su utilización. Estos fármacos son los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), el paracetamol y otros derivados.
En el segundo escalón seguimos encontrando a los AINEs, pero se añaden algunos opioides débiles, que actúan sobre el SN periférico y central, respectivamente. El tercer escalón se compone de opioides fuertes junto con los AINEs. En conclusión, los antiinflamatorios son la vía principal para actuar frente a dolores leves, poco intensos o intermitentes, algo que los convierte en un peligroso arma de doble filo.
Generalidades de los AINEs
Los antiinflamatorios no esteroideos son un grupo de fármacos analgésicos, antipiréticos y antiinflamatorios, formado por un conjunto heterogéneo de compuestos variados (no todos están relacionados entre sí). Las características y aplicaciones de cada uno de ellos depende de la importancia de cada función descrita anteriormente en su acción farmacológica, es decir, su aplicación dependerá de los mecanismos de acción que dicho fármaco tenga.
El principal problema de estos fármacos, como ya se ha expuesto anteriormente, reside en los numerosos y variados efectos secundarios que esta familia de medicamentos produce: gastrointestinales, renales, cardiovasculares, hematológicos, respiratorios o nerviosos, entre otros. Antes de explicarlos vamos a mostrar, de una manera muy simplificada, el funcionamiento general de estos medicamentos.
Acción terapeútica
La acción terapeútica de los AINEs se debe a su capacidad de inhibir la síntesis de prostaglandinas. La primera enzima en la síntesis de dichas moléculas es la ciclooxigenasa, encargada de transformar el ácido araquidónico en productos intermedios que acaban dando lugar al tromboxano A2 (TXA2) y otras prostaglandinas. Existen tres tipos de ciclooxigenasas:
- COX-1: regula la angiogénesis de las células endoteliales y el mantenimiento de la homeostasis de la mucosa gástrica, riñón y plaquetas, principalmente. Uno de los fármacos que la inhibe es la aspirina, y este hecho explica que sea tan efectiva en eventos cardíacos.
- COX-2: participa en la mediación del proceso de inflamación y en la señalización por los prostanoides. Es una enzima constitutiva en riñones y el SNC.
- COX-3: isoforma de la COX-1, cuyo RNA se ha visto expresado en el córtex cerebral y el corazón. Su inhibición se relaciona con el efecto antipirético de los AINEs.
Por lo tanto, podemos observar que, a grandes rasgos, la COX-1 regula las funciones fisiológicas mientras que la COX-2 está directamente relacionada con la inflamación. En resumen, la acción perfecta se basaría en inhibir selectivamente la ciclooxigenasa 2, aunque la realidad demuestra que no es tan sencillo como parece. La amplia variedad de efectos secundarios hace su aparición, así que es importante conocer los más relevantes para valorar los riesgos reales de un uso descontrolado de este tipo de medicamentos.
Resultados
Efectos gastrointestinales
Es el efecto adverso más frecuente, variando desde leve a muy grave. El efecto nocivo de los AINEs sobre la mucosa gastrointestinal se debe a dos mecanismos fundamentalmente:
- Efecto sistémico: es el principal, provocado por la inhibición de la actividad de la ciclooxigenasa (COX), lo que provoca disminución del flujo sanguíneo, de la síntesis del H2CO3, prostaglandinas y de la proliferación epitelial.
- Efectos tópicos de los ácidos débiles no ionizados: pueden generar daño y destruir la barrera mucosa gástrica, lo que causa alteraciones en las mitocondrias y en la capa de lípidos. Esta citotoxicidad depende de la inhibición de la COX, pudiendo llegar a causar daño epitelial con necrosis y apoptosis de las células gástricas.
El riesgo de toxicidad varia en función del fármaco y su cinética, clasificándose en bajo, medio y mayor. Para evitar esta contingencia basta con sustituirlo por un agente menos toxico, o bien usarlos minimizando el daño generado.
La patogenia ligada a las lesiones intestinales inducidas por los AINEs esta menos comprendida. Las úlceras, de manera «típica», aparecen como un daño necrótico que puede afectar a las capas mas profundas de la mucosa, con inflamación y pérdida de vellosidades. Sin embargo, los síntomas de las enteropatías por AINEs no son específicos.
Efectos cardiovasculares
La mayoría de antiinflamatorios producen un aumento de la tensión arterial, aunque ejercen poco efecto en la función
renal o en la presión arterial en personas normales. Sin embargo, en personas con insuficiencia cardíaca congestiva, cirrosis hepática, nefropatías crónicas, hipovolemia y otros estados de activación de los sistemas simpático, suprarrenal o de renina-angiotensina, la formación de prostaglandinas asume una importancia crucial.
Efectos renales
Al problema anterior hay que añadir una posible insuficiencia renal, que aparece de forma progresiva como resultado de la menor capacidad de concentración de los túbulos. Uno de los factores de riesgo de esta patología es el empleo a largo plazo de AINEs a dosis altas, aunque si se identifica correctamente, la interrupción del tratamiento permite recuperar la función renal.
Los AINEs estimulan la resorción de potasio a causa de la menor disponibilidad de sodio en la porción distal de los túbulos, y suprimen la secreción de renina inducida por prostaglandina; este último efecto podría explicar parcialmente la utilidad de dichos fármacos en el tratamiento del síndrome de Bartter. Igualmente, los AINEs contrarrestan el efecto hipotensor de diuréticos, betabloqueantes, IECA o fármacos como prazosín o la hidralazina porque parte de su acción hipotensora la ejercen estas sustancias a través de la liberación de prostaglandinas renales.
Efectos hematológicos
La acetilación del centro activo de la ciclooxigenasa por la aspirina inhibe la síntesis de nuevas COX-1 por parte de las plaquetas, que se recuperan completamente a las 96 horas. En el caso del ibuprofeno, el efecto es similar, pero la inhibición es transitoria, lo que permite una recuperación mucho más rápida de las plaquetas.
Cabe también destacar el efecto del paracetamol, que aunque no es un AINE, está ampliamente utilizado contra el dolor y la fiebre. Su metabolismo se produce principalmente en el hígado, aunque también en los riñones e intestino. El paracetamol no se une a la COX-1 selectivamente como los dos anteriores, sino que se une tanto a la COX 1 como la 2, actuando de mecanismo reductor. La realidad es que su efecto inhibidor sobre las plaquetas es mucho menor que el que realiza sobre otras células.
Efectos sobre el Sistema nervioso
Los síntomas más frecuentes se dan en niños, pudiendo experimentar cefaleas o mareos. El uso de ibuprofeno puede causar disfunción cognitiva o pérdida de memoria, incluso se han dado casos de meningitis aséptica en pacientes con lupus eritematoso sistémico.
Otros efectos
Durante el embarazo, y en especial en el final de éste, existe una «relativa» contraindicación en utilizar los antiinflamatorios no esteroideos, ya que puede agravar el riesgo de hemorragia post-parto. Es cierto que en algunas ocasiones se han utilizado para alargar la gestación, pero siempre acompañado de estenosis del conducto arterioso.
Algunas personas pueden manifestar hipersensibilidad a estos fármacos, mostrando episodios de rinitis con secreciones, urticaria y asma. Además, está contraindicado sustuirlo por otro AINE, ya que se puede generar una reacción cruzada que termine en shock anafiláctico.
Conclusiones
Tras haber realizado esta pequeña revisión de algunos de los efectos secundarios más frecuentes producidos por los AINEs, es demostrable que el riesgo que conlleva su uso inadecuado es alto. El historial clínico del paciente tiene un papel fundamental, ya que existen ciertas patologías que pueden agravar la situación y favorecer muchos de los riesgos expuestos.
La tedencia hacia la automedicación resulta un problema grave para la salud pública, no solo por los costes económicos, sino por las vidas que se ponen en riesgo. El uso de los medicamentos no es ningún juego, la fácil adquisición de algunos de ellos no debe confundirnos, sino servirnos para valorar nuestro sistema sanitario.
Ante cualquier problema de salud, acude a tu médico de cabecera y sigue sus indicaciones, tanto en la posología como en el cumplimiento de ésta. Recuerda siempre que lo más importante es tu salud, no juegues con ella.
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