¿Por qué estudiar Biotecnología en un país que no invierte en I+D? Mientras el científico vive sin reconocimiento, con contrato precario y sin nadie que parezca entenderlo, el Gobierno llena los bolsillos de ilusiones en cuanto a más inversión, segundas elecciones que se comen miles de posibles contratos y un futuro apocalíptico en los próximos 50 años.

 

 

 

No es masoquismo ni nada por el estilo. Para que nos entendamos, la Investigación tiene ese toque de adrenalina que te carga las pilas. Cuando no sabes qué más hacer, cuando crees que te has metido en un callejón sin salida, una bombilla de tu cabeza se enciende y tienes una nueva idea: Vas a probar algo que has pensado tú solito. ¿Hay algo mejor que eso?

 

La investigación de base tiene esa forma de despertar todos tus sentidos. Es más, dicen que los investigadores tenemos un don artístico y una imaginación mucho más desarrollados, pues cualquier idea -por macabra que sea- es buena para ponerla a punto sobre la bancada.

Adrenalina, Pasión, Imaginación, Arte… ¡Qué bonito suena todo! Pero, ¿dónde queda el Reconocimiento?

Muchas veces, entre cervezas, mis amigos y yo hablamos sobre el trabajo y sobre cómo llegamos hasta ahí. Muchos de ellos, habían realizado prácticas de grado, o de máster, y después de ese periodo de tiempo, les ofrecieron quedarse.

 

¿Sabéis que me pasó a mi después de un año en el mismo departamento?

“Podrías quedarte un poco más, pero sin contrato”

“¿Me pagaría usted el alquiler? ¿Me aseguraría una publicación como Primera Autora?”

En ese momento, se hizo el silencio en el despacho. Yo me sentía observada por los presentes en aquel momento (mi Jefe y la Coordinadora). Tal vez había sobrepasado los límites y había resultado ser una maleducada. Pero, ¿qué tenía que perder? Después de un año allí encerrada, fines de semana incluidos, nadie parecía luchar porque me quedara con ellos, investigando y creciendo como profesional.

 

Entonces caigo en la cuenta… ¿Es la ciencia la que se tira piedras a su propio tejado?

Quizá seamos nosotros mismos los que damos vida a los contrato basura o trabajar gratis, proponiendo esas condiciones a los más jóvenes y, por nuestra parte, aceptándolo porque no hay nada mejor.

 

Así que redactamos el Report sobre los resultados in vitro que obtuve para la Empresa estadounidense que mandaba el fármaco, hice mis maletas, y dejé el hospital siendo todavía anónima en el mundo de la Investigación médica.

Pocos meses después, por compañeras de ese hospital, descubro que ese fármaco con el que estuve trabajando, ha pasado ya a Ensayo Clínico Fase I

Ensayo Clínico Fase I: 

Representa la primera administración del fármaco EN HUMANOS, generalmente en pequeño número (normalmente inferior a 100). El objetivo es identificar una posible toxicidad del fármaco, para después determinar con mayor precisión el rango seguro de dosificación

 

Vamos, que esos días eternos metida en el laboratorio de Cultivos Celulares estudiando distintas concentraciones del fármaco en las líneas tumorales (entre otras cosas), no habían sido en balde. Podía sentirme orgullosa por mi pequeña aportación.

 

Pero nosotros, los científicos chiflados, los que somos una tuerca en la cadena de montaje de la producción de algo tan “banal” como la Identificación, Desarrollo y Validación de un Fármaco, no recibimos un e-mail de nuestro jefe (o ex-jefe) que nos felicite y diga:

“El trabajo que llevamos a cabo juntos ha servido para algo”.

 

Y es que en realidad ese no es el problema. Si yo me paro a pensar qué hago aquí y dónde voy, solo me viene una respuesta a la cabeza:

Porque esto es lo que te gusta. Tu cabeza necesita laberintos para sobrevivir.

 

 

Es una relación de amor odio.

Si el laboratorio fuese una persona, terminaríamos los viernes sin poder verle la cara, pero luego hablamos de él con los ojitos iluminados y pensando que, por mucho que te duela, no te ves al lado de otra persona. Es por eso que lo que hay que intentar es C U I D A R   L A   C I E N C I A, tanto como investigador como coordinador de un grupo de investigación. No hay que huir ni ser un científico nómada que se muda a otro país con un I+D tangible. Los jóvenes de ahora tendríamos que aprovechar los avances del siglo XXI y movernos para hacer que la ciencia sea algo de todos, hacer piña y apoyar cada una de las investigaciones que se llevan a cabo en nuestro país.

Cuando creamos que ha sido un día sin nada productivo que contar, o una semana que es mejor olvidar, piensa que cada tuerca es importante, y si una se detiene, el proceso deja de ir hacia delante. Y recuérdatelo a ti mismo, porque nadie va a venir a decírtelo.

 

Como Batma, que cuida de Gotham sin esperar el reconocimiento de nadie.

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