La bandera tricolor de los gatos: ¿Qué nos dice el color del pelaje sobre el sexo genético?

Si quieres saber algún dato curioso, júntate con un biólogo. Y esto, que seguramente dijo otro biólogo, tiene bastante de cierto. Orgullosamente nos pavoneamos con nuestro repertorio inagotable de hechos, comentarios y demás curiosidades que lograran interesar y desesperar en partes iguales a todo quien escuche (perfectamente equilibrado, como todo debe estar). No hay sitio seguro donde esconderse de nuestros comentarios ñoños, y ni pensar en refugiarse en una calmada área natural, ahí es donde alcanzamos nuestro máximo apogeo. Nuestro inventario es interminable, pero de entre toda nuestra colección, existe uno en particular que atesoramos enormemente. Uno que no puede faltar en la libreta de curiosidades; el dato para gobernarlos a todos. Y el dato es que (redobles de tambor): si ves a un gato de más de dos colores, en realidad estás frente a una gatita. Este es el santo grial de los fun facts, por su universalidad y porque no hay nada mejor que traer a la mente la imagen de un peludo y regordete felino de casa. Ahora, si el dato curioso funcionó, llegaran cabezas que asienten mientras se corrobora que la regla es cierta según se recuerdan y enlistan gatitos, y después el tan importante: ¿por qué pasa esto?

Honestamente, muchas veces no tenemos respuesta a todas estas curiosidades. Seamos sinceros, no pensábamos llegar tan lejos y que nos preguntaran. Pero para no quedar mal y no decepcionar a quien lea, permíteme comentarte que la respuesta se esconde en la genética; específicamente en los cromosomas.

Bien dicen que las mejores cosas vienen en empaques pequeños, así que nuestros casi dos metros de genoma (eso si pudiéramos estirar en una continua hebra todo nuestro ADN) se segmentan y subsecuentemente enredan en pequeños compartimentos que llamamos cromosomas. Para alcanzar su presentación empaquetada, los cromosomas son trenzados por unas diminutas proteínas llamadas histonas hasta alcanzar un tamaño de tan solo unas cuantas micras. Cuarenta y seis cromosomas son los responsables de la configuración genética de los seres humanos. Veintitrés de estos son heredados por la madre y el otro par equivalente por el padre, hasta volvernos una mezcolanza cincuenta cincuenta de ambas partes.

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Igual es el caso del resto de los seres vivos donde, de partes iguales, heredamos la información de nuestros predecesores. Así, cada cromosoma cuenta con su parte complementaria, con la única excepción del par sexual, con sus variantes X y Y. Este par de cromosomas de nombre deshonesto es el responsable de determinar el sexo genético de la descendencia. XX para el caso de las hembras de nuestra especie y XY para los machos. Cada uno de los padres heredará a sus hijos uno de ellos, y, ya que la madre solo cuenta con cromosomas X a su disposición, es el trabajo del padre determinar el sexo genético de la descendencia, dependiendo de cuál cromosoma les pase. ¿Cuántas inocentes cabezas rodaron por la falta de herederos varones de Enrique VIII, cuando realmente era culpa suya?

Todos los seres vivos contamos con este tipo de sistema de ordenación de genes en cómodos cromosomas. En el caso de los gatos, por ejemplo, la totalidad de su información genética se encuentra fraccionada en treinta y ocho cromosomas; ocho menos que nosotros. Y al igual que nuestro caso, su sistema de determinación sexual es por cromosomas X y Y; como el resto de los mamíferos. Y ahora sí, todo este río de información para llegar al meollo del asunto. Resulta que en el cromosoma X de los gatos hay más información que la de qué color serán sus zapatitos (o así decía mi mamá cuando era pequeño). Además de las características sexuales de las crías, en este cromosoma existe información sobre la coloración parcial de piel y pelaje de nuestros peludos compañeros. Por cierto, que no toda está ahí. La coloración de los gatos es resultado de diferentes genes en distintos cromosomas. En el caso del color en los cromosomas X, recordemos que las hembras cuentan con uno de cada padre, y si cada uno es de un color diferente, la cría contará con un pelaje a franjas con el color de cada uno. Para que no haya discusiones de si se parece más a mi o a ti.

Lo que realmente vemos en el ejemplo anterior es a cada uno de los cromosomas heredados en acción, por así decirlo. La razón por la que el pelaje de las gatas se vuelve tan indeciso es porque, al tener dos cromosomas X, ambos con información equivalente, es difícil saber cuál de los dos debe dar las instrucciones que se expresarán en la cría, por lo que la mejor opción acaba siendo dejar que solo uno de los dos hable. Dentro de la célula uno de los dos cromosomas X es inactivado, así que las histonas lo empacan aún más firmemente y se metila, lo cual lo sella con la señal definitiva de inactivación para ser descartado. Este proceso ocurre en todas las células durante el desarrollo embrionario, pero el cromosoma vencedor no es el mismo para todas ellas. En algunos casos será el de la madre y en otros el del padre, y esto es lo que vemos representado en el pelaje de los gatos. Así, cada trinchera de color tiene dentro de sus células el cromosóma vencedor de uno de los progenitores (el color indica cual), y consiguientemente se dividirá y replicará de esta misma forma por el resto de su vida. La batalla de dos cromosomas, y los procesos de división y migración celular, todo representado en el abrigo de estos hogareños (no siempre hogareños) peludos.

Lo mismo es cierto en humanos, pero al nosotros no tener este tipo de pigmentación, resultamos en un más aburrido y tradicional color homogéneo. De ser nuestro caso el mismo que el de los gatos, podríamos entonces ver una serie de bandas, rayas y parches en la piel de mujeres, lo cual sin duda sería una revolución para el mundo de la moda.

Y en cuanto a los cromosomas desechados, estos quedan inactivos dentro de las células, y con la tinción adecuada puede verse bajo el microscopio como una pequeña masa oscura fuera de y en contacto con el núcleo celular. Estos entonces, reciben el nombre de corpúsculos de Barr, que de hecho fueron descubiertos en neuronas de gatas por los investigadores Murray Barr y George Bertram en 1949.

El color del abrigo de las gatitas con un color por cromosoma X es inconfundible (como puede verse en la figura uno), y es un gran detalle para incorporar a la lista de datos curiosos, pero realmente carece del punch y de la especificidad de decir que todo gato de tres colores es hembra, pues la variedad de gatos con solo dos colores es muy alta. Tenemos gatos atigrados (aunque el color de esos solo varía en tono), gatos con parches blancos o negros además de otro color en mayor o menor escala, que a final de cuentas, si nos ponemos específicos, nos da gatos de dos colores. Entonces, ¿qué pasa con los tres colores?, ¿cómo explicamos a los protagonistas de este escrito?

La razón por la que tenemos exclusivamente (casi exclusivamente) gatas con tres colores es por un proceso conocido como piebaldismo. Las gatas cálico (así es como se les conoce), también tienen un cuerpo atrincherado por dos colores como el de las que mencionamos anteriormente (a esas les dicen tortoiseshell), pero con la diferencia de que las barricadas bicolor de estas últimas se ven interrumpidas por enormes parches y lagunas de color blanco. 

 

La parcial coloración blanca del piebaldismo ocurre por la acción de un gen con dos alelos co-dominantes. Es decir, este gen tiene más de una forma de presentarse y, según la combinación de los alelos, ya sean dominantes “S” o recesivos “s”, tendremos mayor o menor pigmentación blanca. En la forma homocigota recesiva del gen, ss, el piebaldismo no será presentado, y el felino no tendrá marcas blancas. En su forma heterocigota, Ss, solo encontraremos manchas blancas aisladas en zonas como patas, pecho y cara. Y finalmente, en su forma homocigota dominante, SS, las partes blancas cubrirán más de la mitad del cuerpo del gato, y en algunas ocasiones al cuerpo entero. Y es en estas zonas de las hembras SS o Ss que no llegaron a ser blanqueadas que encontraremos las secciones que indiquen el color heredado de los padres.

He aquí la joya de la corona de las curiosidades: todo gato tricolor es hembra (exceptuando a los raros casos con síndrome de Klinefelter, donde los machos presentan un cromosoma X extra (XXY en vez de XY), que también será posteriormente inactivado y resultará en franjas de distintos colores; pero de esto no hablamos.)

Veinte mil doscientos ochenta y cinco genes supuestamente en un gato. Treinta y ocho cromosomas. Un puñado de genes. Tres colores. Todo para tener a un montón de seres humanos atolondrados hablando de procesos de desarrollo y migración celular, epigenética y expresión fenotípica en el pelaje de un grupo de felinos con un motorcito dentro a los que convencimos de vivir con nosotros. Y esto, pienso yo, sí es una curiosidad para los libros.

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