Alrededor de dos millones de personas al año sufren en EEUU algún tipo de traumatismo cerebral, y tan solo pueden ser asistidos con cuidados intensivos y rehabilitación, sin existir un tratamiento farmacológico efectivo. El daño traumático cerebral tiene consecuencias dramáticas a corto y largo plazo, asociado a problemas cognitivos, así como a disfunciones físicas importantes. No obstante, los traumatismos cerebrales también afectan a otros órganos del cuerpo, además del impacto directo en el cerebro. Por ejemplo, existen estudios que demuestran que después de un daño cerebral tiene lugar una rápida respuesta inflamatoria en el hígado, aunque las vías de comunicación entre ambos no están completamente determinadas. Por otra parte, medicamentos farmacológicos para tratar hipertensión arterial, los inhibidores de los receptores de la angiotensina II, o sartanes, tienen la peculiaridad de reducir la inflamación en muchos órganos, pero hasta el momento no se habían empleado como tratamiento para traumatismos cerebrales.
En nuestro estudio hemos utilizado dos potentes sartanes, el candesartan y el telmisartan, empleando un modelo de daño cerebral traumático en ratones. Ambos fueron administrados hasta 6 horas después de producir la lesión, y los resultados histológicos y bioquímicos mostraron en los animales tratados, una reducción de el área cerebral dañada días después, y una disminución de la muerte neuronal, reactividad astroglial, y activación microglial e inflamación, así como una mejora en la memoria y aprendizaje observada semanas tras la lesión. También se determinó que el hígado de estos animales lesionados presentaba una mayor cantidad de factores inflamatorios que en los controles. Observamos por primera vez que una pequeña apolipoproteina, la proteína amiloide sérica A1 (SAA1), aparece en altos niveles en el hígado y en sangre periférica en los animales heridos en comparación con los controles en las primeras horas después de la lesión cerebral. SAA1 es una citoquina que induce una rápida producción de factores inflamatorios en el torrente sanguíneo, lo que agravaría la inflamación en el cerebro. Descubrimos que tras la administración de telmisartan, después de una lesión cerebral, los niveles hepáticos de SAA1 y otros marcadores inflamatorios disminuyeron. Por lo tanto, reduciendo la producción hepática de SAA1 mediante el bloqueo de los receptores de la angiotensina II, podríamos atenuar el proceso inflamatorio en el cerebro y consecuentemente reparar la lesión.
En conclusión este trabajo determina la directa conexión entre el cerebro dañado y el hígado, destacando una inmediata respuesta inflamatoria asociada. Buscando el modo de reducir sistemáticamente la producción de proteínas inflamatorias, estamos abriendo nuevos horizontes terapéuticos que facilitarían la recuperación de los pacientes que sufrieron lesiones cerebrales, y poder así restablecer sus funciones neurológicas, motoras y cognitivas.
Más información:
Villapol S, Balarezo M, Affram K, Saavedra JM, Symes AJ. Neurorestoration after traumatic brain injury through Angiotensin II receptor blockage. Brain. 2015 Jun 26. pii: awv172.
Villapol S, Kryndushkin D, Balarezo M, Campbell A, Saavedra JM, Saavedra JM, Symes AJ. Hepatic expression of Serum Amyloid A1 is induced by traumatic brain injury and modulated by telmisartan. Am J Pathology, July 2015. In press.