Hay algunas mañanas en las que algún alma pasa por nuestra oficina y por puro desconocimiento, pues no tiene otro nombre, nos pregunta: “Pero la ciencia ¿qué aporta o en qué me cambia la vida?”

Tenemos la suerte de ser un grupo numeroso en el que siempre hay alguien que puede dejar las tareas que está realizando en pos de la ciencia y poder invitarle a dar un paseo por la ciudad e invitarle a un helado todo sea dicho.

Mientras vamos paseando, solemos decirle que observe a su alrededor con todos y cada uno de sus cinco sentidos. Que ponga la atención en los colores, las formas, los sonidos y los movimientos de la ciudad. Y que aquello que más le llame la atención lo comente.

Generalmente se quedan absortos un largo rato como si estuviesen contemplando boquiabiertos una maravillosa obra de teatro.

Cuando salen de su estupor, algunos indican los coches de última gama que pasan. A lo cual les respondemos:
“Eso que observas es un invento humano que viene desarrollándose desde tiempos inmemoriales y cuyos primeros prototipos son de hace casi cien años. Lo que le permite moverse son las leyes de la Termodinámica que el hombre descubrió con la máquina de vapor de Savery en 1697 y de Newcomen en 1712 y que hombres como Carnot, Clausius, Rankine y Lord Kelvin ayudaron en el perfeccionamiento de esa disciplina para poder dar lugar al motor de combustión interna que a día de hoy permite desplazarnos más rápido que en ninguna otra era humana.”

Continúo explicándole el sistema de producción del chasis, desde cómo los materiales son extraídos del corazón de la Tierra y pasan por diferentes estadios hasta llegar a ser el recubrimiento de aluminio que observa. Y le hago ver todas las personas que han trabajado en la historia para que los automóviles sean lo que a día de hoy son.

A algunos otros, mientras vamos caminando, les llama la atención los carteles luminosos con anuncios de lo más variopinto. Les hago ver la importancia de la electricidad en nuestras vidas, cómo la mayoría de cosas que observan han sido producidas gracias a la energía en forma eléctrica, cómo gracias a la electricidad somos capaces de refrigerar nuestros alimentos, iluminar letreros o leer en la oscuridad. Cómo la electricidad mueve las máquinas de nuestra industria y le permiten tener todos los productos que a día de hoy tiene. Y les hablo sobre Coulomb, Gauss, Ohm, Oerted, Faraday, Maxwell y tantos otros científicos por los que gracias a sus avances tenemos lo que tenemos.

Y así me van preguntando por todo lo que hay a nuestro alrededor, teléfonos móviles y ordenadores, medicamentos y alimentos, edificios y materiales, sonidos y estaciones de repetición. Y yo voy desgranándoles poco a poco sus historias, su funcionamiento; desde los átomos al cosmos, de la célula al cuerpo humano, del impulso a la recepción, de la luz a la óptica. Les hablo de los grandes hombres y mujeres que dedicaron su vida a investigar y descubrir todo aquello que nos rodea.

Y tras haberles explicado todo esto y estar a punto de volver a la oficina nos paramos en un parque donde juegan alegremente los niños y les dicimos:
“No es el qué aporta o en qué te cambia la vida la ciencia, sino en cómo sería hoy tu vida sin ella. ¿Ves a estos niños?, imagínate su futuro, todo lo que veas en él será gracias a la ciencia. Si les quitas la ciencia ahora, únicamente tendrán el mundo que tenemos hoy. Pero si das alas a la ciencia verán maravillas que ni tu ni yo jamás seríamos capaces de soñar, al igual que nosotros tenemos objetos cotidianos que nuestros padres y abuelos jamás creyeron posibles.

Esto, amigo, es la ciencia, y todo el mundo es ciencia. En tu mano está que estos niños tengan ese futuro y para contribuir a ello cada día nos levantamos para hacer www.masscience.com una realidad.

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