Actualmente el ser humano no solo tiene que hacer frente a los retos del día a día, sino que tiene que mirar a los ojos a la verdad incómoda por excelencia: el calentamiento global. Cuestionado por algunos, obviado por otros, esta realidad innegable es causada por la mano del hombre y no se puede esconder debajo de la alfombra a espera que por generación espontánea se solucione. Esta verdad y sus efectos no diferenciarán género, edad, lugar de residencia o actividad profesional: afectará a todos y cada uno de nosotros, a menos de que hagamos algo al respecto.

Fruto de esta necesidad de cambio nació la economía circular y desde ese momento ha provocado un efecto mariposa en todos los sectores integrantes de la sociedad. Entre ellos incluyo para sorpresa de muchos la industria farmacéutica: sector regularizado por antonomasia que independientemente de ello ha sabido asimilar teorías como el lean manufacturing procedentes de sectores tan dispares como el automovilístico e integrarlo hasta hacerlo propio.

¿Pero que es la economía circular? La economía circular es el cambio del modelo económico vigente (lineal) basado en extraer, producir, consumir y desechar en el empleo eficiente de los recursos disponibles por uno circular en el que prima la reutilización de los residuos para la producción de nuevos productos o la recuperación de materias primas. Dicho camino puede resultar largo, sin embargo, a raíz de lo imperante del asunto, la comisión europea lo ha incluido en la estrategia de crecimiento 2020, poniendo así la primera piedra del camino hacia la dirección correcta.

Para ello la Unión europea se compromete en reducir el empleo de aquellos recursos que no sean renovables, reusando los residuos e intermediarios obtenidos, siempre que no afecte ni a la salud de la población ni al medio ambiente. Adicionalmente se promoverá la innovación, el aumento de eficiencia en la producción y por supuesto se concienciará a la población para mostrar la dimensión real del problema y las virtudes y bondades de este nuevo modelo.

En el entorno actual en el que las materias primas son cada vez más escasas, la industria farmacéutica es el ejemplo a seguir, apostando por la responsabilidad y la optimización de recursos a través de la “química verde” o “química sostenible”. Con ello se consigue fabricar medicamentos seguros y de calidad que a lo largo de todo su ciclo de vida respetan el medio ambiente.

En este aspecto el sector a imitar sería el farmacéutico al ser un sector muy concienciado en materia medioambiental, con unos estándares de cumplimiento muy rígidos en todos los ámbitos lo convierten en el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de nuevas políticas tanto ambientales como sociales. Por todo ello el sector farmacéutico y otros que han tomado este concepto como seña de identidad se encuentran en la vanguardia no solo de sus respetivos campos, sino también son los abanderados de la revolución global y multidisciplinar que es la economía circular.

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