EL ARROZ DORADO
Entras a un restaurante y te sientas en una mesa. Instantes más tarde, un camarero viene y toma nota de la bebida al tiempo que deja una bandeja con pan sobre la mesa. Nada fuera de lo común, ¿verdad? Esto es así ya que se ha instaurado como una costumbre en muchos restaurantes españoles, pero en otros países y culturas no sucede de este modo. En países orientales, lo común sería que la bandeja que deposita el camarero contuviera arroz blanco… Cuestión de costumbres. Al igual que aquí el pan, el arroz es el elemento culinario básico en la dieta de muchos países asiáticos, y en aquellos de elevada pobreza, la dieta se compone casi exclusivamente de este alimento.
El arroz proviene de la semilla de la planta Oryza Sativa. Se trata de un cereal rico en hidratos de carbono y con otros componentes como el hierro. Se trata de un alimento que proporciona un buen aporte energético, pero que no es de los más nutritivos. Esto provoca que en aquellas zonas donde prácticamente solo se consume arroz aparezcan deficiencias, siendo la más frecuente la deficiencia en vitamina A.
La vitamina A no está presente como tal en los alimentos que tomamos. Lo que nosotros incorporamos en la dieta se conoce como β-caroteno. Este elemento es su precursor y se encuentra en alimentos como la zanahoria o la batata. Al consumirlos, el β-caroteno se transforma en vitamina A en nuestro intestino. Una vez que la vitamina A es generada en nuestro organismo, lleva a cabo funciones como por ejemplo la producción de los pigmentos que dan coloración a nuestras retinas, siendo un elemento fundamental para la buena vista, por lo que la vitamina A también es conocida como retinol.
Por lo visto esta vitamina parece importante, ¿verdad? Pues como hemos dicho, en países subdesarrollados, y sobre todo en aquellos que basan su dieta en arroz, se han encontrado deficiencias de esta vitamina. Tanto es así, que se estima que cada año mueren entre 1 y 2 millones de personas por deficiencia en vitamina A, y medio millón de niños quedan ciegos.
La incidencia de estos datos queda reflejada en la siguiente imagen:
Ahora bien… ¿por qué algunos alimentos como la zanahoria sí tienen β-caroteno y el arroz no? ¿Está simplemente porque sí en algunos alimentos y en otros no?
La respuesta no es tan sencilla, el β-caroteno (precursor de la vitamina A) tiene a su vez su propio precursor, el Geranilgeranil-PP. Este compuesto de tan extraño nombre sí está presente tanto en las zanahorias como en el arroz. En las zanahorias este Geranilgeranil-PP se transforma en fitoeno, después en licopeno y por último en β-caroteno. Esto tiene lugar gracias a que en las zanahorias existen enzimas que son capaces de realizar estas conversiones. Aquí es donde radica la diferencia con el arroz, que al no tener estas mismas enzimas, a pesar de que sus semillas contengan Geranilgeranil-PP, este nunca podrá ser transformado en β-caroteno, y en consecuencia, cuando nosotros las comemos, no se formará la vitamina A.
¡Que complicado todo! Tanto problema ocasionado solo porque el arroz no tiene esa “cosa” llamada β-caroteno, o dicho de otro modo, no contiene las enzimas que permiten que se genere el β-caroteno a partir del Geranilgeranil-PP. Eso debieron pensar unos investigadores en un laboratorio suizo, viendo la oportunidad de solucionar este problema. ¿Cómo? Tratando de generar una variedad de arroz con β-caroteno. Eso debería funcionar. De esta forma, al ingerirlo se convertiría en nuestro intestino en vitamina A y así, los países afectados lograrían remediar las graves deficiencias en dicha vitamina, sin cambiar sus dietas basadas en arroz.
Ahora bien, ¿cómo se puede hacer esto? Para conseguirlo, tuvieron que recurrir a la ingeniería genética. La estrategia se basó en introducir en el arroz los genes de las enzimas que sí tenían las zanahorias, y que le hacían falta para poder convertir el Geranilgeranil-PP en β-caroteno. Estas enzimas, como se muestra en la imagen anterior, se denominan fitoeno sintasa y caroteno desaturasa. Para obtener sus genes se recurrió a especies que sí que las producían. Se utilizó el gen de la fitoeno sintasa del narciso y el gen de la caroteno desaturasa de una bacteria llamada Erwinia uredovora.
El objetivo era obtener un arroz transgénico que tuviera las enzimas capaces de convertir el precursor Geranilgeranil-PP en β-caroteno, y poder así producir vitamina A. Al obtener este arroz, se observó que presentaba un color más anaranjado, y por eso recibió el nombre de arroz dorado. Pero su desarrollo no ha sido tan sencillo, y tras varios años de diferentes mejoras, por fin se ha conseguido que un solo plato de este tipo de arroz cubra las necesidades diarias de vitamina A de una persona.
Desde su obtención, este alimento ha sido objeto de numerosas polémicas y presiones por parte de algunas asociaciones ecologistas, que se oponen al consumo de alimentos transgénicos. Algunas de ellas han llegado incluso a referirse a él como “el caballo de Troya” que utilizan las multinacionales para convencer a la población de los aspectos positivos de los alimentos transgénicos. A pesar de esto, el alimento consiguió ser aprobado y comenzó a cultivarse de forma comercial en Filipinas. En los últimos años países desarrollados como Australia y Nueva Zelanda, reconocieron la inocuidad alimentaria de este alimento, y les siguieron otros como Estados Unidos y Canadá. El posicionamiento de estos países desarrollados, que no necesitan este alimento, puede ser clave para que otros que sí lo necesitan como Filipinas o Bangladesh valoren y se decidan su consumo.
Javier Ruiz Navarro
Bibliografía:
IRRI, 2018. “What is the status of the Golden Rice project?” http://irri.org/golden-rice/faqs/what-is-the-status-of-the-golden-rice-project
Plant Physiology, Ingo Potrykus 2001. “Golden Rice and Beyond” http://www.plantphysiol.org/content/125/3/1157.short