El Fenómeno de la Transferencia y su importancia
Ante todo, resulta conveniente precisar que la palabra transferencia significa “algo que es llevado, acarreado, de un lado a otro, a través de otra cosa.” Emprendo mi trabajo en el presente artículo leyendo la definición que Laplanche y Pontalis enuncian en su Diccionario de psicoanálisis (1967) como para encontrar un punto de partida, a saber: “Designa, en psicoanálisis, el proceso en virtud del cual los deseos inconcientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y de un modo especial dentro de la relación analítica .Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento de realidad”. Para traducir dicha definición, diré que a mi entender el analista inaugura la transferencia cuando puede “hacerle un lugar a otro”, tendría que posibilitar la aparición del sujeto representado en su síntoma y que desee abrirlo a la significación de la verdad del goce que subyace en él.
Ahora bien, la transferencia implica un fenómeno universal que se presenta en toda relación significativa de importancia libidinal, no sólo se da en la terapia con el analista sino en cualquier vínculo humano, es un fenómeno generalizado que se produce en nuestro día a día. Es decir, no la crea el tratamiento psicoanalítico sino que la descubre, la muestra y se trabaja sobre ella. Desde un punto de vista más específico, es posible afirmar que dicho fenómeno está vinculado a la cura, donde las transferencias se dan sobre la persona del analista en quien se vuelcan ó depositan estos afectos desplazados desde lo reprimido de la sexualidad infantil y que posibilitaron los síntomas de su neurosis. Instalados luego en el “aquí y ahora del tratamiento”, configuran lo que Freud llamó Neurosis de Transferencia. Dice al respecto: “Cuando el paciente se muestra bastante dispuesto para respetar las condiciones del tratamiento, logramos por lo general conferir a todos los síntomas de la enfermedad una nueva significación transferencial, sustituir su neurosis verdadera por una neurosis de transferencia”. Se trata entonces de un “estado artificial” que permite la comprensión de los procesos patológicos, pero que a la vez configura una de las tres resistencias yoicas: la resistencia de transferencia junto a la resistencia de represión y al beneficio secundario de la enfermedad. Desde el punto de vista clínico, se observa una transferencia positiva cuando se recubre al analista de autoridad y se le presta creencia cierta a sus interpretaciones. Es posible afirmar que ésta es necesaria para la cura. No obstante, se da también la transferencia negativa cuando el paciente ni siquiera escucha al terapeuta ó despliega sobre él hostilidad. Cabe subrayar que un caso especial de transferencia negativa es el del amor de transferencia, donde el paciente sólo pretende ser amado y poseer al terapeuta como objeto sexual.
Siguiendo a Jung es posible destacar que ya en la antigua psicoterapia preanalítica, que se remonta a los médicos románticos, se conocía la transferencia con el nombre de rapport. Constituía la base de la práctica terapéutica, una vez suprimidas las proyecciones primitivas del paciente. En esta labor se comprobaba que el juicio del médico puede también hallarse turbado por las proyecciones, aunque desde luego en medida más reducida, puesto que de otro modo sería imposible ejercer la terapéutica. Si bien ha de esperarse que el psicólogo tenga conocimiento de los influjos de lo inconciente sobre su propia persona, y por lo mismo debe exigírsele a todo aquel que pretenda aplicar la psicoterapia que se someta previamente a un “análisis didáctico”, lo cierto es que aun la mejor preparación sería incapaz de instruirlo sobre la totalidad de lo inconciente. Pienso que por más experimentado que sea un psicoterapeuta, cada nuevo paciente requiere un tratamiento que implica un trabajo de pionero, y todo esquema rutinario resultaría como un camino equivocado.
Entonces, está claro hasta aquí que el analista tiene que ser la pantalla sobre la cual el paciente puede proyectar sus objetos infantiles. Asimismo, el analista tiene que permanecer neutral a fin de hacer posible esta transferencia, no debe responder a las emociones del paciente del mismo modo; debe ser capaz de tolerar amor ó agresión, sin parcialidad ó disgusto. Claro que no es una tarea fácil. No obstante, cabe aclarar que ser neutral en relación al paciente no creo que se trate de mostrar que el analista no tiene relación ninguna con el paciente; pienso más bien que lo esperable es que esté interesado en el paciente, para tener un amistoso ó auténtico gusto por ayudarlo.
Por otra parte, a modo de ampliar la mirada vale destacar la realización de Kohut (1971) respecto de las formas de transferencia narcisista, o sea, de los Estilos de Transferencia de las Personalidades Narcisísticas, divididas en:
- Transferencia especular: Aquellas en la que el polo dañado de las ambiciones procura suscitar respuestas aprobatorias del objeto sí mismo. Busca encontrarse en el otro a través de la confirmación.
- Transferencia idealizadora: Aquellas en la que el polo dañado de las ideas busca un objeto sí mismo que acepte su idealización.
- Transferencia gemelar: Aquellas en la que la zona intermedia dañada, la de los talentos y habilidades, anhela tener a su alcance un objeto sí mismo que le brinde la experiencia reconfortable de su semejanza esencial ó alter ego. “Eres como yo”.
Al respecto, pienso que probablemente uno de los elementos que permitiría diferenciar a los pacientes narcisistas de los psiconeuróticos sería precisamente el tipo de transferencia que establecen en el proceso terapéutico. De la incapacidad para regular la autoestima de los pacientes con Trastorno Narcisista de la Personalidad derivan sentimientos de vacío, desinterés y depresión sutiles, pérdida de empatía, mentira patológica, tendencia a los ataques de ira, vivencias de fracaso existencial, sensaciones de falta de autenticidad en ellos. Kohut (1971) hace hincapié en que dichos sentimientos y vivencias tienden a aliviarse si se establece la transferencia narcisista con el terapeuta, y se intensifican si se perturba la relación con el analista. Entonces, estas transferencias buscarían de algún modo reestablecer el equilibrio perdido. A propósito, si el analista no consigue dejar de lado su propio narcisismo, no podrá hacerle lugar al paciente y en consecuencia, no habrá encuentro alguno porque no podrá haber entendimiento alguno.
Por tanto, considero válido hacer mención al concepto de contratransferencia, definido como el conjunto de reacciones y sentimientos que el analista experimenta respecto al paciente. Freud se refirió de manera directa al fenómeno de la contratransferencia sólo en escasos pasajes de su obra. En 1910, Freud señala que la contratransferencia “se instala en el médico por el influjo que el paciente ejerce sobre su sentir inconsciente” y agrega que es necesario que el psicoanalista esté en condiciones de detectarla como tal y de dominarla. Fundamenta además que, al existir en 1910 un mayor número de personas que ejercen el psicoanálisis, se hacía posible concluir algunas cuestiones acerca de su trabajo, entre otras, determinar que “cada psicoanalista sólo llega hasta donde se lo permiten sus propios complejos y resistencias interiores” por lo que el autoanálisis como actividad inicial y su permanente profundización es para todo psicoanalista una condición imprescindible para ejercer su oficio. Aunque algunos años más tarde a Freud ya no le parecerá suficiente el autoanálisis y postulará la necesidad del psicoanálisis didáctico, lo esencial se mantiene: la única manera de discernir y controlar el fenómeno de la contratransferencia es el análisis del propio analista.
Bibliografía
- Freud, S. (1895) Estudios sobre la histeria, Editorial Amorrortu, Buenos Aires
- (1910) El porvenir de la terapia psicoanalítica, Editorial Amorrortu, Buenos Aires
- (1912) Sobre los tipos de contracción de neurosis. En Obras Completas V. XII. Editorial Amorrortu. Buenos Aires
- (1912) Dinámica de la transferencia, Editorial Amorrortu, Buenos Aires
- Jung, C.G. (1972)»La psicología de la transferencia», edit.Paidós, Buenos Aires.-
- (1981) «Recuerdos, sueños, pensamientos», edit. Seix-Barral, Barcelona.
- Kohut H. Análisis del self: El tratamiento psicoanalítico de los trastornos narcisistas de la personalidad. Buenos Aires: Amorrortu; 1989 [1971].
- Kohut H. The restoration of the self. Chicago: University of Chicago Press; 1977.
- Laplanche, J; Pontalis, J. (1967) Vocabulaire de la Psychanalyse, Publicado en francés por Presses Universitaires de France, París © 1967 by Presses Universitaires de France, París; Diccionario de psicoanálisis / Jean Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis : bajo la dirección de Daniel Lagache.- I a ed. 6 f reimp.- Buenos Aires : Paidós, 2004
Muy bueno el articulo, creo que los profesionales tienen muy poco presente este tema, ya que varios quedan atrapados por el ego.