“Había una vez un átomo corriente, un carbono pues tenía 6 protones solamente…”
Así comienza este nuevo videoclip que he hecho; un cuento musical que narra las penosas hazañas y desventuras por las que pasa un átomo de carbono para completar su ciclo. La historia, como es lógico, comienza en la atmósfera con una molécula de dióxido de carbono (CO2) pero pronto ésta será capturada por las plantas (los productores) y es entonces cuando empezarán un sinfín de nefastos acontecimientos que llevarán a nuestro protagonista a experimentar incontables reacciones, hasta llegar a formar parte de una molécula de celulosa.
Casi sin tener tiempo para descansar, una vaca se come a la planta de modo que el carbono pasa al mundo de los animales (los consumidores). Allí viaja sin descanso por todas las cavidades que forman los 60 metros del tubo digestivo del rumiante. Charla con unas bacterias simbiontes, que le indican el camino hacia el intestino del animal de modo que, finalmente, el héroe de la tonada sale al exterior por el ano de la lechera.
Desesperado, el carbono se encuentra en un excremento bovino pero, por suerte, aparece por allí una bacteria descomponedora que le consuela explicándole que ella le puede liberar de nuevo a la atmósfera. Y así, el carbono, completa su ciclo y vuelve a formar una molécula de dióxido de carbono que surcara los cielos… ¿para siempre?