«Los robots llegan para mejorar nuestra vida, no para rebelarse contra nosotros»
Elena García Armada
Pionera mundial en robótica pediátrica
Es la ingeniera del año en España. Así lo decidió la Fundación Talgo en un acto que tuvo lugar recientemente en la Real Fábrica de Tapices. Un título que pone en valor la brillante trayectoria de esta investigadora titular del Centro de Automática y Robótica (CAR – CSIC ) , creadora del primer exoesqueleto biónico del mundo.
Es ingeniera industrial, nacida en Valladolid en 1971 y se doctoró en robótica. Comenzó su trayectoria profesional en el diseño de robots orientados a la industria, pero en 2009 tuvo noticias de que una niña, a resultas de un accidente de tráfico quedó con una tetraplejía severa, y esto le hizo dar un giro a su carrera investigadora, centrándose en fabricar dispositivos orientados a mejorar las facultades físicas, contribuir a la rehabilitación y aumentar la movilidad de niños que padecen enfermedades neuromusculares degenerativas.
Actualmente, es científica titular en el Centro de Automática y Robótica (CAR) CSIC-Universidad Politécnica de Madrid UPM. Y lidera el grupo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que ha desarrollado el primer exoesqueleto biónico del mundo para niños con atrofia muscular espinal, enfermedad degenerativa sin cura. Se estima que gracias a él podrían volver a caminar más de 120.000 niños en todo el mundo.
Sus principales líneas de investigación son la mejorara en la agilidad de la locomoción en cuadrúpedos, la cración de exoesqueletos de extremidades inferiores y ortesis activas, la estabilidad dinámica en robots caminantes y su adaptación a terrenos complejos con perturbaciones ambientales.
Uno de sus primeros proyectos fue SILO 4, un robot de 30 Kilogramos. Se testó el algoritmo de mejorar, control y estabilidad de la máquina y permitía una mayor autonomía sin necesidad de supervisión humana. Su aplicación es para el uso en labores de reconocimiento y rescate en catástrofes y para labores de desminado.
Es fundadora de undadora de Marsi Bionics, empresa cuyo objetivo es la investigación y creación de exoesqueletos pediátricos, estructuras basadas en soportes que se ajustan a las piernas y al tronco del niño, y que al incorporar motores que imitan el funcionamiento del músculo, le aportan fuerza para caminar y mantenerse en pie. Algunos están dotados de articulaciones inteligentes que interpretan los movimientos del paciente detectando cuáles son deseados y cuáles indeseados.
Un exoesqueleto ( exo es una partícula que los idiomas modernos, entre ellos el español, han recogido y utilizan como expresión de “algo que está fuera), es una especie pantalón-peto mecánico que llega hasta el dorso y parece un robot. Pesa nueve kilos y tiene unos motores a la altura de las articulaciones para mover las piernas.
Al ponerlos se produce una integración entre la persona y el robot. La persona decide caminar, sentarse, levantarse… y el exoesqueleto lo interpreta y la hace moverse.
Las personas sin movilidad en sus piernas por un accidente o enfermedad podrán caminar y les aportará una serie de beneficios.
Las personas somos bípedos, nuestro sistema está hecho para caminar y cuando alguien pierde la movilidad sufre una degeneración neuromusculares que provocan, especialmente en los niños una pérdida progresiva de masa muscular, conduce a que muchos de ellos llegan a cumplir los 20 años.
Con el exoesqueleto mejorará la calidad de vida de esos niños, retrasará la aparición de complicaciones asociadas a la falta de movilidad, como la escoliosis, esa curvatura de la espalda que, cuando es muy acusada, genera una pérdida de la capacidad torácica y pulmonar y problemas respiratorios. Si retrasamos la aparición de estos síntomas, aumentará su esperanza de vida.
El funcionamiento del exoesqueleto se consigue mediante sensores que interpretan las intenciones de la persona que lo porta y la utilización de modelos matemáticos, porque la robótica necesita muchas matemáticas para identificar cómo se mueve una persona sana para reproducir ese movimiento.
.Para la doctora García Armada la robótica es una disciplina muy joven: la primera patente del primer robot industrial es de 1961. Además es multidisciplinar; tiene tantas aplicaciones que para cada una de ellas hace falta que se introduzca una o varias disciplinas. Persigue ayudar al ser humano y hacerle la vida más fácil con los robots. Hay que ver siempre al robot como un amigo y no como un enemigo. La bondad de un robot siempre la va a dar su aplicación.
Quizá por todo eso en “Robots. Al servicio del ser humano”, de Elena García Armada, que acaba de ser publicada por CSIC-Catarata, incluso se habla de roboterapia y de dispositivos con forma de mascota que proporcionan estímulos afectivos a ancianos.Porque está demostrado que las mascotas tienen efectos terapéuticos, por ejemplo para normalizar el ritmo cardiaco. Pero es complicado introducir animales en los hospitales por aspectos sanitarios, posibles pacientes con alergias, etc. Por eso un robot que tenga los mismos efectos terapéuticos puede ser muy beneficioso y ya se comercializan.
Es considerada una de las científicas más brillantes de nuestro país, situada entre las diez primeras figuras de nuestro panorama investigador Ha recibido premios por su actividad científica e innovadora como:
En el 2014 el Premio Innova eVIA
En el 2015, el Premio CEPYME 2015 al Mejor Proyecto Emprendedor
En el año 2016, Premio ABC Salud a la Mejor Tecnología Sanitaria .
En 2018 recibió la Medalla de Oro de Madrid.
En el 2019, premio de la empresa Talgo.
Es evidente que los problemas que se plantean a la doctora García Armada y a su equipo son los mismos que afectan a una buena parte de la investigación española: la carencia de financiación adecuada.
A pesar de la escasa financiación, nuestra investigación es de lo mejor a nivel internacional, estamos entre los diez mejores países en investigación. Y recibimos poca financiación por lo mismo: nuestros políticos no apuestan por la investigación, desconocen lo que hacemos y no lo valoran. La percepción que tenemos de nuestro propio país es negativa porque no se conoce lo que se hace aquí
Hay que apostar por la investigación con más financiación y ayudando al investigador a divulgar y a transferir el resultado a la sociedad. Y hay que apostar por la investigación básica, la aplicada y la transferencia, para así completar todo el recorrido. Si no, puede llegar el momento en que se trate de devolver a la sociedad la inversión que ha hecho en investigación pública y que no se pueda, por razones ajenas a los investigadores. Un país no debería permitir que los resultados de los proyectos de investigación se mueran en un laboratorio.
Equipo Divulgación MasScience.