Ilustraciones de Carlos Pérez Merchan
Todas las células son pluripotenciales y por tanto son capaces de especializarse en cualquier línea celular en sus primeros estadios del desarrollo embrionario, ya que tienen el mismo genoma.
Recibimos 46 cromosomas por célula, 23 de cada progenitor, y cada una debe especializarse en una función muy concreta para dar forma al organismo.
A lo largo de la secuencia de ADN existen alteraciones pequeñas y reversibles en ciertos nucleótidos que son mediados por proteínas. De forma que actúan como semáforos que permiten la activación o desactivación de la transcripción de genes.
Además durante mucho tiempo se creyó que los genes se expresaban o no de forma inamovible, viéndose posteriormente que esta expresión podía estar influida por el ambiente.
La epigenética consiste en este mecanismo de regulación que depende de lo que las células tengan en su entorno y es clave en el desarrollo embrionario.
Los mecanismos más comunes que explica la epigenética son:
– Modificaciones directas en el ADN como la metilación (añadir un grupo metilo o -CH3) o la acetilación en la que se añade un grupo acetilo (-COCH3) en los nucleótidos.
– Cambios en la cromatina, material génico de la célula, mediante modificaciones de las histonas, (acetilación y metilación), que son las proteínas que facilitan el plegamiento del ADN.
– Regulación mediante los llamados ARN de interferencia (iARN) que presentan secuencias complementarias al ADN o ARN codificante e impiden su traducción.
Este conjunto de mecanismos promueve el correcto funcionamiento de la maquinaria génica durante el desarrollo embrionario, la diferenciación celular y la correcta expresión de proteínas en el momento y lugar adecuados y estarían asociados con enfermedades como el cáncer y otras dolencias graves.
Los desarrollaremos en un posterior artículo.