Hambre física vs. Hambre emocional

En muchas ocasiones llegamos a percibir que nuestro cuerpo nos demanda cierto tipo de alimento, ya sea dulce, salado, pequeña o grande porción; pero, ¿cuántas veces hemos identificado realmente cuando es hambre física y cuando es emocional?, a lo que podemos plantearnos dos preguntas para analizar este acto: ¿Por qué comemos? Y ¿Por qué elegimos lo que comemos?

La alimentación es un comportamiento influido por factores físicos, sociales, psicológicos, culturales, geográficos, los cuales están relacionadas dentro del ambiente y estilo de vida en que nos desarrollamos.

Las necesidades nutrimentales están determinadas por el sexo, edad, actividad física, composición corporal, y se debe garantizar un balance energético que cubra con las demandas fisiológicas del cuerpo para promover la salud y prevenir enfermedades a corto, mediano y largo plazo.

Ya desde los años 70´s hasta la actualidad, según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), se ha ido registrando un aumento triplicado en las cifras de sobre peso y obesidad, aunado al incremento de enfermedades crónico degenerativas, relacionado a la sobre ingesta de alimentos con alta densidad calórica y baja densidad nutrimental, esto directamente relacionado a diversos factores que se han visto influidos en la elección de nuestros alimentos.

DIFERENCIA ENTRE HAMBRE Y APETITO

El hambre se relaciona con una necesidad urgente de ingerir alimentos, es una sensación fisiológica que se evidencia en sensaciones gástricas, en ocasiones debido a niveles bajos de glucosa se manifiesta con dolores de cabeza y fatiga. 

La sensación de hambre es prolongada y se detiene cuando satisfacemos nuestras necesidades y llegamos al estado de saciedad.

Por otro lado, el apetito es un deseo psicológico de consumir un alimento en específico, asociado a una experiencia social o emocional y no viene acompañado con las sensaciones descritas en hambre.

Su aparición es repentina y no llegamos al estado de saciedad hasta después de consumir una abundante cantidad de cierto alimento.

Entre algunos factores que pueden estar relacionados con la regulación de ingesta de alimentos se encuentran: 

-el sueño, el cual, al estar alterado en cantidad y calidad, puede influir en alteraciones hormonales que afecten el aumento de hambre y por ende mayor consumo de alimentos.

-Composición de la dieta, el tener una alimentación escasa en vitaminas, minerales, fibra, aminoácidos, grasas saludables, el cuerpo comenzará a evidenciar su escasez en signos y síntomas físicos, además de demandar la necesidad de estos para el correcto funcionamiento del cuerpo a través de “antojos”; la experiencia visual y sensorial juega un papel importante, la presentación de un alimento es una invitación a su consumo, si estamos ante un plato de lleno de colores (proveniente de los alimentos) llamativos, una porción pequeña dividida en fracciones más pequeñas, el nivel de saciedad que alcancemos se puede alterar, consumiendo la cantidad adecuada de alimento y completa en nutrientes, me va a ayudar a generar saciedad temprana sin alterar el placer por el alimento.

-Hidratación, en muchas ocasiones el nivel de ingesta de agua no es suficiente, no se llega a los 2 a 2.5 litros recomendados mínimos diarios, por lo que llegamos a confundir con sensación de apetito. Lo que en realidad sucede es una manifestación del cuerpo demandando agua, los alimentos nos proveen una cierta y en ocasiones mínima cantidad de esta, lo cual explica porque surge estos “antojos”, sin embargo, los alimentos no llegan a cubrir el requerimiento mínimo diario de agua para cubrir nuestras necesidades.

¿Por qué comemos lo que comemos?

Nuestras preferencias a ciertos alimentos o sabores en específico se ven influidas desde niños por las experiencias tempranas ya sean positivas o negativas con el alimento y su entorno.

La aceptación hacia alimentos se relaciona con la sensibilidad de la percepción de los sabores, pero también con el contexto en el que se le presentan. En la mayoría de las conductas infantiles hacia los alimentos, se ha destacado el premiar con un alimento dulce o con alto contenido en grasa, si los alimentos preparados en casa o principalmente las verduras son terminadas por el niño, generando una asociación de castigo.

Los alimentos constituyen un lazo estrecho y firme de socialización, en sociedades modernas, los alimentos con alto contenido en grasas y dulce son protagonistas en celebraciones, lo que refuerza un enlace positivo a estos alimentos, creando una mayor brecha y rechazo hacia alimentos saludables.

Las elecciones de nuestros alimentos son una conducta condicionada por la disponibilidad de los alimentos, el fácil acceso, cultura, religión, circulo social, marketing y publicidad o simple atracción de un alimento.

Entender la raíz de las elecciones de nuestros alimentos, genera un cambio conductual en la elección, haciendo análisis y adquisición de nuevos comportamientos hacia los alimentos y nuestra percepción a estos.

Otro factor importante que condiciona al consumo de alimentos es el mantener un estrés constante, el cual activa factores en cerebro que estimulan la secreción de glucocorticoesteroides (hormona relacionada al estrés), los cuales estimulan el impulso e ingestión de alimentos placenteros o de confort, que generan un valor de recompensa. 

Es importante destacar en este punto el llevar un adecuado manejo de emociones, con la ayuda de un profesional en el área y mantener una alimentación saludable, ya que existe una relación directa entre cerebro e intestino, en el cual el abuso de ciertas sustancias (azúcar, grasas saturadas, metales pesados) puede altear nuestras emociones, mientras que si llevamos una alimentación nutritiva y balanceada, generamos neurotransmisores que aumentan niveles de felicidad, tranquilidad, sueño y calma.

La próxima vez que elijas un alimento, puedes hacerte ¿realmente mi cuerpo lo necesita?

 

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