Vivimos en un mundo enormemente desigual: Las barreras que separan a personas de diferente raza, sexo, cultura o escalafón social se reducen lentamente, e incluso algunas parecen estar aumentando con el paso de los años. En un tiempo además donde temas como la corrupción están muy de moda por desgracia, la justicia, la ciega dama que vela por nuestra igualdad, se encuentra más observada y es más necesaria que nunca.
Así que en esta ocasión os traigo un artículo sobre el concepto de justicia en otros miembros del reino animal distintos al ser humano. Cuando hablamos de justicia se nos viene a la cabeza un juzgado, togas y mazas de madera, pero cuando reducimos el término a lo que es en verdad, vemos como en otras especies animales también existe la reacción contra la desigualdad.

Imagen del consejo de «El planeta de los simios»
En humanos es un concepto universal desarrollado con la edad, que podemos ver en diferentes civilizaciones y continentes, donde se han desarrollado diversas maneras de lidiar en las comunidades con aquello que nos parece injusto. En el caso de los animales, difícilmente veremos los juicios de «El Planeta de los Simios» a sus presos humanos, si bien si encontraremos respuestas a las recompensas desiguales e injusticias.
No debiera extrañarnos pues, la aparición de este tipo de comportamientos en otras especies, especialmente en los primates, grupo al que pertenecemos, y donde es especialmente interesante el estudio de este y otros comportamientos humanos, para buscar el origen evolutivo de estos. ¿Hemos inventado nosotros la justicia? O, por contra, ¿es un concepto que ha evolucionado para permitirnos una mayor eficacia biológica? Diversos miembros del orden muestran comportamientos de respuesta a la injusticia, bastante estudiada en chimpancés, donde se ha visto que dicha respuesta se ve influenciada por la edad, rango, grupo social o personalidad. Por ejemplo, en individuos ajenos al grupo familiar, las reacciones frente a la injusticia se hacen aún más patentes. En el caso de la jerarquía, las reacciones frente a la injusticia que nos perjudica se reducen cuando el otro individuo tiene una posición social más influyente a la nuestra.
Este comportamiento ha sido estudiado en otras especies, como pueden ser los monos capuchinos o diversas especies de macaco. Es muy conocido el estudio liderado por Frans de Waal y Sarah Brosnan, que nos dejó imágenes bastante curiosas. Os dejo sobre este párrafo un estracto de una charla TED que tiene ya unos años, pero que no deja indiferente. Sarah Brosnan continuaría con estudios similares en chimpancés, donde incluso el individuo que recibe la recompensa «buena» (la uva) la rechaza hasta que el otro compañero recibe la misma recompensa. También se habría visto, de nuevo en monos capuchinos, que no tienden a colaborar con otros individuos de naturaleza «egoísta», que monopolizan las recompensas.

Chimpancé en cautividad. Fotografía de xthumbtakx (DA)
Probablemente los estudios de «inequidad»deben hacerse aún en muchos animales con altos niveles cognitivos. Sabemos que otros animales como los cánidos o los cuervos muestran reacciones ante la violación de normas sociales. Será pues curioso, ver en el futuro como este tipo de comportamientos se puedan cumplir en otras especies como los cetáceos o los elefantes, y se sigan derribando barreras entre primates humanos y el resto del reino animal.
Y es que a mi entender (por tanto, peligrosamente inexacto), lo interesante de descubrir que la justicia podría tener un origen evolutivo y que aparece en otros animales cooperativos, es que no nació para que todos fueramos iguales en una sociedad como la nuestra: Tal vez sea más bien un mecanismo para regular la cooperación, una de las principales características que compartimos con otros animales que reaccionan ante la injusticia, y lo que nos ha permitido conquistar tantos ecosistemas. Sin un sistema para luchar contra la inequidad y una condena de este tipo de comportamiento, todos seríamos más reticentes de colaborar entre nosotros, y la colaboración es una de las principales ventajas que hemos tenido los primates para dispersarnos por el globo!

Mono capuchino en Costa Rica. Fotografía de JanikL (DA)
En este caso, poca bibliografía puedo poner salvo la charla que os he dejado y todo lo que he aprendido en el curso de «Especialización en Biología y Comportamiento de Primates» que he realizado de forma online durante el pasado cuatrimestre, organizado por la gente de IPRIM. Os recomiendo seguirles en las redes sociales, tanto a ellos como a fundación MONA, si estáis interesados en formación e información de ese orden de animales tan maravilloso al que pertenecemos que son los primates. Por otro lado, como siempre, os animo a compartir el artículo, pues creo que cada día es más importante asumir que no hay tantas diferencias entre primates humanos y el resto de organismos vivos que pueblan nuestro planeta, y que muchas de nuestras características «exclusivas» no lo son tanto. Desde que Jane Goodall descubriera hace décadas que no eramos los únicos en utilizar herramientas, se han ido derribando muros, y cada día, estamos más cerca de asumir que no somos más que otro animal, aunque muy inteligente y cooperativo.
En este caso, el título de la entrada es debido a que hace unos meses comencé una sección en mi blog personal sobre diversas características tradicionalmente adjudicadas al hombre, por lo tanto me veo casi en la obligación de dejaros dichas entradas sobre conceptos como el luto o la agricultura. Si os interesan más este tipo de entradas, os dejo las redes sociales de dicho blog personal: Facebook y Twitter. Y como siempre muchas gracias al equipo de MasScience por darme la oportunidad de divulgar desde esta plataforma.
Bibliografía empleada:
- Nonhuman Species’ Reactions to Inequity and their Implications for Fairness. Sarah F. Brosnan.
- Moral Behavior in Animals, charla de Frans de Waal.
- Apuntes del curso «Especialización en Biología y Comportamiento de Primates», de IPRIM.
Para mí resulta evidente encontrar sentido de la justicia en los animales, mas allá de los primates. Es innegable, por ejemplo, en perros y gatos, como puede corroborar cualquiera que conviva con estos animales. Un ejemplo sencillo basta: suelo premiar a mis gatos con alguna golosina y, cuando, lo hago, la reparto, de forma equitativa, entre los tres y por turnos. Están acostumbrados a esta rueda y esperan pacientemente su turno. Pero, si me salto el turno de uno de ellos y le ignoro, él va a mostrar su protesta. De igual modo, si reprendo a uno por un motivo, esperan que haga lo mismo, en el mismo caso, con otro. Si no lo hago así, lo ven injusto y va contra la norma y esto, incluso, puede generar situaciones de celos. Que esa es otra, en el caso del cariño y su reparto y que está emparentada igualmente con ese sentido de la justicia.