La acuicultura, un mar de alimento por Luciano Vílchez-Biothesan.

Ilustraciones de Noah Camañes Torrico.

La acuicultura, junto con la agricultura, la ganadería, y la pesca, son las actividades humanas que nos permiten obtener el alimento necesario para nuestro sustento, si bien la acuicultura de entre todas ellas es la mayor desconocida por el público en general.

Son numerosos los registros históricos que nos permiten asegurar que la agricultura, la ganadería o la pesca nos acompañan desde hace aproximadamente unos 9.000 años, y recientemente un estudio publicado en la revista Nature Ecology and Evolution data la realización de la acuicultura desde hace 8.000 años en China (Nakajima, Hudson, Uchiyama, Makibayashi, & Zhang, 2019) [1], unos 2.500 años antes de lo que se había datado hasta la fecha. Por lo que podemos afirmar sin miedo a equivocarnos, que la fecha de inicio de la actividad acuícola coincide en el tiempo con el desarrollo de la pesca y con el establecimiento de los primeros asentamientos humanos en los fértiles valles y estuarios de los ríos.

La acuicultura se define como el cultivo de animales y plantas acuáticas en su medio, el agua, así como el conjunto de técnicas necesarias para realizar esos cultivos, lo que conlleva necesariamente una domesticación de las especies y un necesario conocimiento sobre su biología (fisiología, nutrición, reproducción o patologías). Y se divide fundamentalmente en dos grandes categorías, pudiendo diferenciar entre una acuicultura marina, y la continental (realizada en agua dulce de ríos y lagos), esta diferenciación implica el tipo de especies que se pueden cultivar.

Si atendemos a los métodos primitivos, estos estaban basados en la captura y mantenimiento de alevines de peces, principalmente mújoles, morenas y anguilas en estanques costeros construidos en las zonas intermareales, o en el caso de la acuicultura continental en el mantenimiento de carpas en arrozales y estanques. Esta acuicultura primitiva basada en la captura de ejemplares juveniles del medio natural se sigue realizando hoy en día, y del mismo modo prácticamente en todo el Mundo.

Gracias a la domesticación se cultivan unas seiscientas especies, entre peces (369), moluscos (109), crustáceos (64), anfibios y reptiles (7), invertebrados acuáticos (9) y algas (40), o microalgas. Aunque el 90 % de la producción total corresponde a tan solo 27 especies, y la mayor producción se concentra en la producción de carpas o tilapias, o macroalgas. (FAO, 2018) [2].

Podemos diferenciar también entre los diferentes de sistemas que utilizamos para realizar los cultivos. Entre los sistemas tradicionales se encuentran los estanques y esteros en tierra, como los existentes en Cádiz, Huelva o el Algarve portugués, integrados con la producción de sal o del arroz. Otros modos más modernos y tecnológicamente más dependientes de la energía son los sistemas de recirculación cerrados en los que se depura el agua de los restos de alimento y excreciones de los peces, o las jaulas flotantes que no permiten esa depuración de los efluentes. Otros sistemas y que seguro son más conocidos por el lector son los de bateas para el cultivo de otras y mejillones típicos de las costas gallegas.  Más información sobre estos sistemas y modos de cultivo se puede encontrar por ejemplo en la Guía para periodistas sobre acuicultura de la Fundación Biodiversidad, (2016) [3].

La acuicultura es diversa, en cuanto el número de especies que se cultivan, y en la cantidad de sistemas y tecnologías que se utilizan. Y esto implica que se debe ser prudente a la hora de hablar de acuicultura en cuanto a su sostenibilidad e impactos ambientales, ya que en ningún momento existe una única acuicultura, y existen grandes diferencias entre ellas. También existen diferencias dependiendo del grado de responsabilidad con que se realice, ya que como cualquier actividad humana que tenga una estrecha conexión con el medio ambiente los impactos negativos sobre el entorno son a veces inevitables.

Fig.1. «Antes y Ahora». Noah Camañes Torrico.

 

Estos impactos ambientales negativos son similares a los de la realización de la agricultura o la ganadería, el uso de antibióticos o desinfectantes, la eutrofización, o los escapes de peces de las granjas al mar son algunos de los impactos que el sector trata de corregir y reducir. Algunos de estos impactos como los escapes de especies no nativas e invasivas pueden corregirse fácilmente mediante la autorización y cultivo solo de especies nativas.

A día de hoy la acuicultura provee más de la mitad de los productos pesqueros que consumimos en nuestros platos (FAO, 2018), evita la aleatoriedad de las capturas de la pesca, garantiza el suministro durante todo el año y a precios relativamente constantes, y contribuye a la calidad y seguridad alimentaria de los productos pesqueros, por lo que su contribución a la nutrición mundial y la lucha contra la desnutrición nadie la cuestiona, y su producción ayuda a evitar la sobreexplotación de los caladeros tradicionales.

Por otro lado, la naturaleza carnívora e ictiófaga de muchas de las especies que se cultivan —como los salmones, o las truchas— hace que sea necesario el uso de pesquerías pelágicas (anchoas, etc.) para la producción de harinas y aceite de pescado que luego son utilizadas para la realización de alimentación o piensos destinados a la acuicultura. Esta contradicción conocida como la “Trampa de la harina de pescado”, se puede resumir en que utilizamos una gran cantidad de peces capturados mediante la pesca para cultivar otros peces mediante la acuicultura. (Cerdá-Reverter, 2019) [4], pero son mayores las ventajas que nos produce la realización de la acuicultura que sus inconvenientes.

 

Fig.2. «El pienso». Noah Camañes Torrico.

 

Sobre todo, porque el sector está comprometido con la superación de sus impactos ambientales mediante la investigación en nuevas tecnologías que superen estos escollos. Un buen ejemplo puede ser la investigación sobre el cultivo de especies herbívoras como los mugílidos (Mugildiet, 2019) [5] de menor impacto ambiental y que además se alimentaron con subproductos del sector agroindustrial contribuyendo a la economía circular.

Por un lado, con unas previsiones de población (Roser, Ritchie, & Ortiz-Ospina, 2019) [6] cercanas a los 10.000 millones de personas para 2.055 compartiendo el mismo planeta, cómo satisfacer las necesidades relacionadas con la alimentación de la población mundial, cómo gestionar responsablemente los recursos naturales, y cómo reducir nuestro impacto sobre el planeta, son entre otros tres de los grandes retos de futuro para la Humanidad y que se encuentran plasmados en los Objetivos para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (UN, 2015) [7].

Por otro lado, no deja de ser cierto que la sobrepresión que estamos ejerciendo sobre los caladeros hace que cada vez nos sea más difícil obtener nuestro alimento del mar o de los océanos, lo que provoca que en algunos caladeros tradicionales como los del Mediterráneo los porcentajes de sobreexplotación sean superiores al 60 % (FAO, 2018), por lo que productos pesqueros tan tradicionales en nuestra gastronomía como las sardinas o el jurel si seguimos pescando al mismo ritmo pronto dejaran de estar disponibles para nuestro consumo.  Si bien la demanda de estos alimentos es tan alta a nivel mundial, que una explotación responsable de las pesquerías no es en ningún momento perjudicial, por lo que la acuicultura y la pesca deben convivir para satisfacer nuestras necesidades de productos pesqueros.

Fig.3. «Alimento». Noah Camañes Torrico.

 

Igual que sucedió antes con la agricultura o la ganadería, frente a la recolección o la caza, el fomento de la acuicultura es el último camino que le queda por andar a la Humanidad para dejar de ser una sociedad cazadora de sus mares y ser una sociedad productora de todos sus alimentos.

Si quieres leer el artículo de forma más extendida: La acuicultura un mar de alimento


[1] Nakajima, T., Hudson, M. J., Uchiyama, J., Makibayashi, K., & Zhang, J. (2019). Common carp aquaculture in Neolithic China dates back 8,000 years. Nature Ecology & Evolution, 3(10), 1415–1418. Common carp aquaculture in Neolithic China dates back 8,000 years

[2] FAO. (2018). El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2018—Cumplir los objetivos de desarrollo sostenible. Rome. 250 páginas. El estado mundial de la pesca y la Acuicultura

[3] OESA – Fundación Biodiversidad (2016). Guía para periodistas sobre acuicultura. Fundación Biodiversidad, Madrid, España. 86 páginas. Guía para periodistas sobre acuicultura

[4] Cerdá-Reverter, JM. (2019). Peces carnívoros, vegetarianos y la acuicultura insostenible. The Conversation. Peces carnívoros, vegetarianos y la acuicultura insostenible

[5] Página Web del Proyecto Mugildiet. Mugildiet – Objetivos

[6] Roser, M., Ritchie, H., & Ortiz-Ospina, E. (2019). World Population Growth. Retrieved July 5, 2019, from Published online at OurWorldInData.org website: World Population Growth

[7] UN General Assembly, A/RES/70/1 Transforming our world : the 2030 Agenda for Sustainable Development, 21 October 2015, , APPENDIX: Transforming Our World: The 2030 Agenda for Sustainable Development

 

Profesoras Araceli Giménez y Ania Munera.

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