La cultura es un concepto sugerente y dinamizador de la investigación etnográfica. Muchos antropólogos y antropólogas se han dedicado a dejar constancia de este término. Podemos diferenciar tres escuelas que abogan por distintos conceptos de cultura: el clásico, el semiótico y el renovado.
El concepto clásico de cultura
La primera generación de antropólogxs la encabeza Tylor -evolucionista-, que define cultura como “ese complejo conjunto que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otras aptitudes y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” (La Cultura primitiva, 1871). Su propuesta teórica enfatiza una transmisión no biológica sino adquirida de la cultura y fue retomada y reelaborada tanto en Gran Bretaña por el funcionalismo de Malinowski, como en Estados Unidos por el particularismo histórico de Boas.
Mientras que Tylor había presentado “la cultura” en singular, asumiendo que todas las sociedades poseían una versión más o menos elaborada del mismo legado, Boas -influenciado por Herder- usó el plural “culturas” para afirmar que eran diferentes y que no podían medirse por un presunto patrón único de progreso. El discurso boasiano clásico se centra en el análisis cultural de cada sociedad particular desde una perspectiva histórica.
Por su parte Malinowski insistió en que la cultura no debía analizarse reduciéndola a rasgos, sino a instituciones. Concibe la cultura como una realidad instrumental, la que ha aparecido para satisfacer las necesidades del ser humano y que sobrepasa la adaptación al medioambiente.
El concepto semiótico de cultura
Los y las antropólogas simbólicas no acaban de romper con el esquema tyloriano. Geertz bebe del concepto de cultura de Parsons y Kluckhohn, de la sociología comprensiva de Weber y la escuela idealista alemana, que cree que la cultura se compone de tramas de significación que el mismo ser humano teje, y que el análisis de ésta no es, por tanto, una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significados.
Desde la hermenéutica y la fenomenología, la cultura es simbólica, son significaciones, y así lo expresa Geertz cuando dice que la diferencia entre un tic en un ojo y un guiño es una pizca de cultura.
El concepto renovado de cultura
La escuela posmoderna rompe con el esquema cultura=sociedad=territorio y define la cultura como un proceso social de construcción de significados.
Rosaldo señala ciertas nociones erróneas de los analistas y las analistas sociales derivadas del concepto clásico de cultura que llevan al problema de la pureza cultural de un pueblo, definido tanto por su homogeneidad interna como por su diferencia respecto a otros. De este modo, el concepto clásico se desvanece ya que no se aplica al flujo, la improvisación y la heterogeneidad, sino que entiende la cultura como algo estático, puro, homogéneo y coherente.
Una cultura es un flujo constante, nunca una coherencia o automatismo, y las sociedades y las culturas no deberían darse por supuestas ya que están en continua construcción, reconstrucción y deconstrucción.
Así, Wolf piensa que la idea de cultura ha llevado a menudo a los y las antropólogas a la ilusión de que las culturas son homogéneas y que el mundo se divide en sociedades atomistas o “pueblos”, o que las sociedades objeto de estudio antropológico son tradicionales e inmutables. Sin embargo, las sociedades son difícilmente autónomas, existen en el seno de las relaciones comerciales, de dependencia mutua y sobre todo, en relaciones de dominio y sumisión con otras.