¿Qué es un ecosistema? ¿Te acuerdas de cuando lo diste en el colegio? Para refrescarte la memoria, se define como un sistema natural dinámico que está formado por un conjunto de organismos vivos y el medio físico donde se relacionan, todo ello funcionando de forma unitaria. Todos estos seres vivos que lo forman influyen sobre dicho ecosistema, y dentro de la cadena alimenticia que conforman dichos seres vivos, cualquier cambio, por mínimo que sea puede tener enormes consecuencias.

Todos tenemos claro que, si por ejemplo, nos quedamos sin plantas, todo el ecosistema se va al garete, pues aunque podríamos sobrevivir a base de carne, dependeríamos de animales herbívoros que no tendrían alimento. Pero…¿Y si son los grandes depredadores los que perdemos? ¿Su pérdida también desembocaría en una catástrofe para la biodiversidad que forma su territorio? Es entonces donde entra el concepto de cascada trófica, que es definido como una progresión de efectos que ejercen los depredadores que gobiernan la cadena alimenticia sobre el resto, de forma indirecta y amplificada.

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Cascadas de Yellowstone. Fotografía de Clint Elliott

Existen cientos de ejemplos de cambios en los ecosistemas por la desaparición de depredadores, debido a este efecto de cascada trófica. Sin embargo, hoy quiero traeros algo de esperanza y hablar del caso contrario: ¿Podría el retorno de un depredador devolver la riqueza a un ecosistema? Pues así es.

Yellowstone es uno de los parques nacionales más conocidos de EEUU: Osos, águilas calvas y bisontes pueblan los bastos bosques y pastizales de esta región, siendo un símbolo de la fauna norteamericana. Sin embargo, durante más de 70 años una emblemática especie desapareció de dicha región (por la acción del hombre para variar, una de estas campañas contra alimañas que hacen peligrar la agricultura y la ganadería y que parecen no ser exclusivas de nuestro país). No hablo de otro que de nuestro amigo el lobo. Y es que fue en 1994 cuando 30 lobos del Valle del Mackenzie (Canis lupus occidentalis), de Canadá, se reintrodujeron en el parque. Obviamente, esto traería muchas consecuencias al ecosistema, de hecho, se realizaron múltiples estudios al respecto para garantizar que la introducción de lobos iba a ser positiva e intentar medir el impacto de esta introducción.

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Lobo de Yellowstone. Fotografía de Doug Smith

La población de lobos del parque comenzó a recuperarse debido a la abundancia de presas y a la ausencia de competidores, llegando a los 130 ejemplares en 2001. Por el contrario, y como se predijo, disminuyó a la mitad la población de wapitis (ciervo canadiense), los cuales habían proliferado al no tener un depredador, y al retorno del lobo se convirtieron en su presa predilecta. La consecuencia de la proliferación de está especie durante la ausencia del lobo fue que la vegetación natural había sufrido graves daños. El retorno del lobo produjo un efecto de cascada trófica muy interesante: Los ciervos empezaron a ser depredados por los lobos, ergo empezaron a dejar de frecuentar zonas de mucha visibilidad y despejadas, donde fueran presa fácil. Es decir, no solo se produjo un descenso de su número: También cambiaron sus patrones de comportamiento. Esto es conocido como el «factor miedo», lo cual significa que los herbívoros buscarán zonas para alimentarse en las que el riesgo de predación sea menor (que tengan, por ejemplo, más posibilidad de huida), y en algunos casos, incluso que tiendan a pastar en diferentes áreas durante cortos periodos de tiempo en lugar de pastar intensivamente en una zona, beneficiando la regeneración de los bosques.

Druid wolf pack chasing bull elk; Doug Smith; December 2007

Manada de lobos cazando un wapití en Yellowstone. Fotografía de Doug Smith

Dichas zonas de «menor riesgo de predación», como por ejemplo, los fondos de los valles, comenzaron a sufrir un cambio: La vegetación comenzó a regenerarse, álamos y sauces comenzaron a volver a erguirse y la altura de los bosques se multiplicó por cinco en 6 años en algunas regiones del parque. Como os comentaba, esto fue atribuido a la redistribución de los wapitis tras la llegada del lobo y a factor miedo. Los álamos y sauces son árboles muy utilizados por diversos animales, de esto se beneficiaron especialmente las aves, muchas de las cuales comenzaron a retornar a la zona. Otro animal que se benefició fue el castor: Los castores adoran los sauces, y el retorno de los lobos vino acompañado de un aumento de las colonias de esta especie en este área. Dichos castores comenzaron a aumentar la riqueza de los ríos, al construir diques que beneficiaban a otros animales: La biodiversidad fluvial aumentó considerablemente.

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Castor de Yellowstone. Fotografía de danandholly.com

Por otro lado, el retorno del lobo permitió expulsar a su «sustituto» durante los años de ausencia: El coyote. Este depredador no regulaba las poblaciones de grandes herbívoros debido a su pequeño tamaño, sin embargo, predaba grandes cantidades de roedores, hasta el punto de descender de forma enorme su número debido al considerable aumento del coyote al convertirse en el «gran depredador» del parque: El retorno de los lobos reguló la población de coyotes, lo cual permitió el retorno de especies de roedores. Sin duda, el aumento de roedores, que dejaron de estar monopolizados por el coyote, junto al retorno de las arboledas, fue una ayuda para el aumento de rapaces y pequeños mamíferos, que también se beneficiaron de la mejora de la biodiversidad fluvial.

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Lobo persiguiendo a un coyote. Fotografía de Ron Day

Obviamente, la predación sobre el wapití aumentó los cadáveres de estos. El aumento de carroña de grandes herbívoros también permitió la proliferación de especies carroñeras: Urracas, cuervos y diversas rapaces. Fue especialmente beneficioso para los cuervos, aves astutas que siguen a los lobos antes incluso de que capturen una presa. En cuanto a los osos, se predijo que el impacto por parte de los lobos sería nulo o incluso levemente positivo; los posibles ataques a crías de oso serían compensados por la carroña que los lobos dejasen a su paso, aumentando el alimento para los osos. De hecho, se ha producido un aumento de la población de osos en el parque, y se cree que una de las causas ha sido el retorno del lobo.

Ravens will attempt to feed on wolf kills whenever possible. The Timber Wolves do not always tolerate this [September; Yellowstone National Park, Wyoming]

Lobo de yellowstone acompañado de un cuervo. Fotografía de Sparky Stensaas

Volviendo a los árboles, sabréis que son importantes mediadores de la erosión del terreno, y sin ellos se produce mucha más erosión; sin duda esta es la parte más mítica de Yellowstone, y aunque no está tan estudiada, si que parece que la proliferación de flora en las orillas de los ríos, junto al retorno de los castores, ha propiciando ríos menos sinuosos y más estrechos, además de la formación de lagos y rápidos, fomentando esa biodiversidad fluvial de la que hablábamos al principio.

En definitiva, la consecuencia del retorno de los lobos al parque fue un cambio completo en todo el ecosistema. Por desgracia, en la mayoría de ecosistemas no estamos haciendo retornar a sus antiguos depredadores: Estamos acabando con ellos. A lo largo del globo; lobos, osos, leones y demás grandes cazadores están viendo sus censos muy reducidos. La historia de Yellowstone, pero a la inversa, se repite en múltiples ecosistemas. Y la realidad es que necesitamos a los depredadores. Creo, de todas formas que no debemos ver este caso como la «solución mágica» aplicable sin los estudios pertinentes a diestro y siniestro. Pero yo creo que nos deja claro un mensaje: Los depredadores son nuestros aliados, y debemos aprender a convivir con ellos. Apoyar a los agricultores y los ganaderos que se ven perjudicados directamente por ellos a través del apoyo económico y las medidas preventivas en lugar de los controles poblacionales que llevaron a Yellowstone a su decadencia.

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Fotografía de autoría desconocida

Sin embargo, si que creo que es interesante el tema de la reintroducción de especies desaparecidas de ecosistemas. Devolver a los ecosistemas las «piezas» que les faltaban puede hacer el futuro de otras especies, pendientes de un hilo, más llevadero. En Reino Unido lo tienen muy claro: Quieren traer de nuevo al lince boreal a sus tierras a través del proyecto «Lynx UK Trust», para controlar la población de ciervos, tener un bosque más sano y traer al depredador que perdieron 1000 años atrás. Pero no es la única medida del ya bautizado «Rewilding»: Reaprovechar antiguas zonas de agricultura abandonadas mediante el bisonte europeo es otro de estos movimientos de conservación en Europa. Esta especie se extinguió en estado salvaje, y en los últimos años hemos tenido un repunte gracias a numerosos proyectos a nivel europeo, llegando a los 3.000 ejemplares salvajes. Su gran capacidad para devorar zonas arbustivas le permite ser un excelente método para luchar contra los incendios que está siendo aprovechado en algunas zonas de la geografía española (Si queréis saber más de este tema, os remito al post de mi blog personal sobre este caso de rewilding). Aunque sin duda, no podemos poner a traer animales que llevan siglos faltando en los ecosistemas sin criterio. Requerirá de mucha cautela y de menos marketing, es por ello que creo que hay que seguir estos proyectos muy de cerca y ver si de verdad tienen un efecto positivo en los ecosistemas. Lo que está claro es que los ecosistemas se mantienen en un equilibrio frágil, el cual debemos respetar si queremos seguir viviendo a costa de estos ecosistemas y de este planeta.

Bibliografía utilizada:

  • «Wolves and the Ecology of Fear: Can Predation Risk Structure Ecosystems?» William J. Ripple y Robert L. Beschta. Publicado en American Institute of Biological Sciences en 2004
  • «Yellowstone after Wolves» Douglas W. Smith, Rolf O. Peterson y Douglas B. Houston. Publicado en Bioscience en 2003
  • «Why we simply must have predators» John Terborgh. Publicado en ALERT, consultado en noviembre de 2015
  • Página web de «Lynk UK Trust», consultada en noviembre de 2015

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