Es muy frecuente encontrar por la calle bebés con atractivos cascos de colores, decorados con dibujos infantiles, cuyo uso se ha extendido mucho en los últimos años.
Estos cascos se han convertido poco a poco en el tratamiento habitual para la denominada plagiocefalia posicional, es decir, la forma anormal de la cabeza del bebé.
Algunos bebés nacen ya con la cabeza deformada, posiblemente debido a la posición y las presiones recibidas durante la gestación y el parto.
Otros niños, que al nacimiento presentaban una morfología normal, pueden ir desarrollando deformidad y asimetría cefálica de forma progresiva, por factores neurológicos y/o mecánicos.
Entre otros factores, las recomendaciones de que los bebés no duerman boca abajo por el mayor riesgo de muerte súbita parecen haber influido en el aumento de casos.
A pesar de que las deformidades craneales se suelen valorar como una alteración principalmente estética, la configuración del cráneo podría condicionar la forma en la que se desarrolla el cerebro y el resto de estructuras que se encuentran en su interior, alterando su funcionamiento.
De hecho, en los últimos años la plagiocefalia se ha relacionado con alteraciones como la tortícolis congénita, problemas neurológicos, del lenguaje, auditivos y visuales.
Para evitar estos problemas estéticos y del desarrollo neuromadurativo, la mayor parte de los bebés con deformidades craneales son tratados desde las primeras etapas y los cascos son una medida cada vez más implantada.
Fuente: http://www.plagiocefalia.es/
En bebés, se suelen realizar también recomendaciones sobre el manejo general del niño al tenerle en brazos, alimentarle, cambiarle, etc., y el posicionamiento al estar tumbado, introduciéndose cambios posturales durante el sueño (1/3 del sueño boca arriba y 1/3 hacia cada lado) y almohadas especialmente diseñadas para repartir la presión.
Fuente: http://www.infocefalia.com/mimos.php
Además, se trata de incentivar el denominado “Tummy time” o “Tiempo para jugar sobre la tripita” (http://www.plagiocefalia.com/files/pagina/13/185/tummytime.pdf), es decir, que el bebé pase más tiempo jugando boca abajo, con lo que la cabeza deja de recibir presiones excesivas además de favorecerse el desarrollo del control postural.
Sin embargo, en ocasiones el tratamiento con cascos no va acompañado de estas medidas y se produce el fracaso terapéutico que influye de forma notable en el desarrollo del bebé.
Además, si buceamos en la literatura científica en busca de la evidencia de los beneficios del tratamiento con cascos en la plagiocefalia postural, encontramos numerosas controversias.
Una reciente revisión ha indicado que no existe aún evidencia suficiente sobre la eficacia del casco en la plagiocefalia posicional y es necesario estudiar la relación coste-beneficio, su uso en niños más mayores y los resultados a largo plazo (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24079781).
Pero ¿qué implicaciones tiene esta afirmación? Las recomendaciones nacionales e internacionales indican que cuando se detecta una plagiocefalia hay que contemplar diversas opciones terapéuticas, en función de la gravedad de la deformidad y de la existencia de otras posibles alteraciones.
El manejo y posicionamiento correcto, el juego vigilado en posición boca abajo y la fisioterapia son la primera opción ante los casos leves y tienen un nivel de evidencia similar a los cascos en los casos más severos, que se dan normalmente en niños más mayores (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22920774).
Por tanto, difundir estas medidas entre padres y cuidadores podría minimizar las deformidades craneales, fomentando su detección precoz y una resolución más rápida y económica.
Fuente: www.crianzanatural.com