
El XB-1 y el avión supersónico de Boom tecnologies
Parecía que 2003 marcó el fin de la aviación comercial supersónica pero este año 2016 es testigo de que en un futuro no muy lejano volarán de nuevo aeronaves comerciales más veloces que el sonido. A principios de este año, la NASA reveló su intención de desarrollar nuevas aeronaves de transporte supersónicas, dentro del programa New Horizons. Más recientemente, el pasado 15 de noviembre de 2016, el millonario Richard Branson anuncio a los medios que su empresa aeroespacial iba a aliarse con la startup americana Boom Technology para la construcción de un nuevo avión de pasajeros capaz de realizar vuelos transatlánticos a velocidades dos veces superior al sonido, pudiendo por tanto volar de Londres a Nueva York en tres horas y media.
Esto último no se trata ni mucho menos de un avance tecnológico, pues era justamente lo que hacía el Concorde. Lo importante, el reto que deben asumir estas nuevas aeronaves, es salvar los obstáculos que dejaron en tierra al avión franco británico. Estos eran principalmente de dos tipos: el medioambiental y el económico. Los primeros eran el ruido y las emisiones de los potentes motores que a la postre consumían una gran cantidad de combustible y tenían un impacto importante en la Capa de Ozono. Factores que echaron por tierra el proyecto que desarrolló Boeing a mediados de los años 60, al mismo tiempo que británicos y franceses con su Concorde. El malogrado Boeing-2707 gozó del apoyo de la administración Kennedy, pero finalmente las presiones políticas, por el efecto en la capa de Ozono, el ruido ensordecedor producido por los despegues y por el vuelo hicieron que la administración de EEUU retirase su apoyo al proyecto hasta que finalmente en mayo de 1971 se canceló definitivamente cuando ya había 115 pedidos (3 eran para Iberia) frente a los 74 del Concorde.

El Boeing B2707
El programa europeo si sobrevivió, aunque no sin enfrentarse con serias oposiciones, sobre todo del otro lado del atlántico. El Concorde (llamado así no por casualidad, pues este palabra es igual en el vocabulario inglés y francés) pudo partir de Londres y Paris hacia Nueva York. La única opción viable fue la de realizar vuelos sobre el mar, evitando así emitir el potente efecto sónico sobre las poblaciones. Para ello, realizaban el vuelo subsónico durante el trayecto sobre superficie terrestre, alcanzando el régimen supersónico y finalmente el Mach 2 sobre el océano.
Han pasado trece años desde el último vuelo del Concorde y aunque hasta ahora los esfuerzos de la investigación e innovación aeronáutica se fijaban en otros objetivos tales como el ahorro de combustible, la reducción de emisiones de CO2 o últimamente el desarrollo de aviones no tripulados, el interés en retomar la aviación comercial supersónica ha renacido, con el objetivo de mejorarlo. La propuesta conjunta del magnate del imperio Virgin y de su socio americano es la de un avión más veloz que su antecesor Concorde, mientras que la NASA persigue desarrollar una tecnología supersónica más silenciosa. denominada en inglés ‘Quiet Supersonic Transport’, o QueSST. El objetivo consiste en minimizar en lo posible el ruido producido por el vuelo supersónico. La clave de esta idea consiste en cambiar la forma en que el aire fluye alrededor de la aeronave: A velocidades supersónicas, el aire genera varias ondas de choque, cada una producida por cualquier resalte en la aeronave. Al alcanzar cada una de estas ondas de choque en tierra, éstas retumban simultáneamente, con ello, si se consigue un contorno adecuado a la aeronave, puede reducirse este sonido de los 106 decibelios a los 70, tal y como indica Juan José Alonso, investigador de la Universidad de Stanford. con ese propósito, años antes, la NASA realizó un experimento el “Shaped Sonic Boom Experiment”, empleando un F-5 modificando su geometría exterior. Después de dos años de programa, y más de 1300 mediciones, tomadas muchas de ellas desde un avión, Pudieron demostrar que podían reducir en un tercio el estampido sónico producido por la onda de choque.

Ondas de choque en un avion en vuelo supersonico (Imagen: NASA)
Para ello, la NASA ha comenzado a desarrollar un avión experimental (un avión “X) destinado a ensayar la nueva tecnología de vuelo supersónico convocando un concurso a las empresas aeroespaciales para el desarrollo de un concepto de dicha aeronave. Este concurso fue ganado por la Lochkeed Martin, (la empresa aeroespacial resultado de la unión de la Lochkeed y de Martin-Marietta fabricante del C-130 Hércules, el SR-71 o cohetes como el Atlas) quien trabajará codo con codo con ingenieros de la NASA en el diseño preliminar de este avión experimental. Los planes de la agencia americana esperan que este avión experimental vuele en 2020.
Mientras Lockheed y la NASA desarrollan su avión experimental, el presidente de Boom Technologies, Blake Scholl, piloto y antiguo ejecutivo de Amazon, se emprende con su socio Branson con el XB-1, una versión un tercio menor que el futuro modelo de producción, con solo cabida para el piloto, que tiene previsto su primer vuelo a finales de 2017. Si todo marcha según lo previsto, la versión comercial volará en 2023, transportando 50 pasajeros (en lugar de los 128 del Concorde) de Nueva York a Londres en tres horas y media y de Los Angeles a Sydney en seis horas.
Tanto gracias al esfuerzo de la iniciativa privada como la investigación gubernamental, veremos despegar de nuevo a estos elegantes aviones, para entrar en un nicho de mercado hoy en día no cubierto, gracias a una tecnología que a la postre dejará paso a otra aún no probada: la aviación hipersónica.
Alfonso Martin Erro
http://feynmania.blogspot.com.es
Referencias
[1] Richard Branson reveals prototype for supersonic passenger aircraft
[2] This tiny supersonic jet could be the next generation Concorde
[3] NASA Begins Work to Build a Quieter Supersonic Passenger Jet
[4] NASA Thinks It Can Make a Supersonic Jet with No Boom
[5] NASA and Lockheed plan “low-boom” supersonic passenger jet
[6] Por qué EE.UU. nunca logró construir un avión supersónico como el Concorde