Los cambios hormonales explican la variación de nuestra relación con la comida a lo largo del ciclo menstrual. Una buena nutrición y unos hábitos de vida saludables ayudan a revertir los síntomas del Síndrome Premenstrual relacionados con los atracones de comida y la sobreingesta calórica.
Durante la edad reproductiva de la mujer, entre la menarquía y la menopausia, la menstruación es un proceso natural y fisiológico que tiene lugar cada mes. Es un indicador sensible de la salud femenina que está presente durante aproximadamente la mitad de su vida.
A lo largo de la fase lútea del ciclo menstrual, que abarca desde 5 días antes hasta el comienzo de la menstruación, tienen lugar diversos síntomas físicos y psicológicos que pueden incluso interferir de manera negativa en la vida diaria de las mujeres que más lo padecen. Es conocido como el Síndrome Premenstrual (SPM).
El SPM se define, por tanto, como la presencia de una serie de síntomas que tienen lugar durante la fase lútea del ciclo menstrual y se resuelven con la menstruación. Es uno de los trastornos más comunes sufridos por las mujeres en edad reproductiva, llegando a afectar al 90 % de ellas.
Pese a ser un problema que afecta a gran parte de la población, el síndrome premenstrual ha sido un tema tabú durante muchos años. Es por eso, que quizá no se ha estudiado en profundidad sobre su sintomatología, su diagnóstico o su tratamiento.
Los síntomas que abarca el SPM incluyen depresión, ansiedad, irritabilidad, dolor abdominal, inflamación del pecho, dolor de cabeza, aumento de peso y cambios en el apetito, entre otros; pero pueden abarcar hasta 200 tipos diferentes que, teniendo en cuenta el contexto posmoderno altamente competitivo en el que vivimos, puede interferir en el estilo de vida de la mujer disminuyendo su bienestar físico, cognitivo y emocional, causando menor rendimiento en diferentes áreas de su ámbito personal o laboral.
Un síntoma muy frecuente observado en mujeres con SPM es la variación en su relación con la comida. Los atracones de un determinado tipo de alimentos, el aumento significativo de calorías de la dieta o la fijación específica por un determinado alimento, son algunas de las características nutricionales de este síndrome. Están provocadas por la variación de los niveles de progesterona y estradiol durante la fase lútea.
Los cambios hormonales durante el ciclo menstrual explican la contribución de la fase lútea a un aumento del índice de masa corporal y a los atracones de comida. (ver Ilustración 2).
El estradiol es la hormona responsable principal de este cambio en la ingesta. Hay dos receptores estrogénicos responsables del efecto anorexogénico del estradiol situados en diferentes áreas del cerebro, como el hipotálamo (ERα) o el sistema de recompensa del cerebro (ERβ), implicado en la modulación de la ingesta. Además, el estradiol parece aumentar la sensación de saciedad lo que está asociado a una temprana terminación de las comidas.
Durante la fase lútea se dan unos niveles bajos de estrógenos y elevados de progesterona, lo que contribuye de manera directa a la aparición de atracones de comida y varía la respuesta a la comida. La progesterona es un antagonista del estradiol.

Ilustración 1. Elementos fundamentales en la influencia de la ingesta de alimentos. Influencia de la fluctuación hormonal del ciclo menstrual sobre el patrón alimenticio.
Se define como un atracón de comida un “intenso deseo de ingerir un tipo determinado de comida o un alimento concreto”. El aumento de ingesta de alimentos se da principalmente sobre aquellos que tienen una relación de grasas y azúcares simples elevada, como por ejemplo, dulces, bollería o alimentos con chocolate, principalmente.
Dado que el ansia de comer es una respuesta homeostática a las deficiencias dietéticas, el aumento en la ingesta de energía durante la etapa premenstrual podría resultar en una mayor vulnerabilidad al ansia de comida.
Pese a ello, estudios afirman que los alimentos más susceptibles de desarrollar respuesta emocional y en forma de atracones son aquellos ricos en hidratos de carbono simples y con un nivel elevado de lípidos. El aumento de la ingesta de carbohidratos durante la fase lútea de la menstruación es uno de los síntomas asociados al SPM.
¿Cómo podemos evitar esos atracones?
La respuesta radica en los hábitos alimenticios. La implantación de la dieta equilibrada, unido a un estilo de vida saludable, con un aumento de la actividad física, mejora la salud general y la autoestima de las mujeres. Mejora también su tolerancia a los síntomas premenstruales y la consecuente reducción del impacto en la rutina de vida diaria, aumentando así la calidad de vida de las mujeres durante su edad fértil.
Además, un aumento en la ingesta de carbohidratos complejos puede contribuir a la mejora de la modulación cerebral de algunos neurotransmisores, como la serotonina.
Existen estudios que afirman que una dieta rica en hidratos de carbono de elevado índice glucémico aumenta los niveles de triptófano y serotonina y puede aliviar los síntomas del SPM. Se debe fomentar el consumo de cereales integrales, almidón, tubérculos como la patata o la batata, frente a la ingesta de harinas refinadas, dulces y azúcar.
La desaparición de estos atracones de comida podría considerarse mediante un cambio en la dieta y el estilo de vida diario, no solo por el efecto inicial observado que puede tener sobre la sintomatología, sino también por la evidencia de que el SPM suele ir asociado a un patrón dietético poco apropiado, con un consumo elevado de alimentos con bajo índice glucémico, ultraprocesados ricos en grasas y azúcares simples y, de elevada palatabilidad. Todos estos aspectos relativos a la dieta, implican un aumento de índice de masa corporal y predisponen a las mujeres en edad reproductiva a la obesidad y, por tanto, están más expuestas a padecer otras enfermedades como síndrome metabólico o diabetes, viéndose perjudicada su salud.
Se deben seguir las recomendaciones establecidas de la dieta equilibrada, con un reparto adecuado de macronutrientes y un aporte importante de vegetales, con el fin de aumentar la ingesta de fibra y reducir el índice glucémico de las comidas.