Escrito por Juan Junoy.

Ilustraciones de Irene Villalba.

Dibújame un unicornio.  Fácil ¿verdad?

Todo el mundo sabe cómo es un unicornio, pero igual mucha gente desconoce el aspecto que presenta un okapi o un kudú, por poner dos cuadrúpedos africanos que son más reales que el caballito cornudo.

 

Y es que el unicornio lleva con nosotros toda la vida, desde los tiempos de Alejandro Magno hasta nuestros días. Encuentras unicornios en cualquier tienda de regalos – camisetas, tazas, tijeras, muñecos, máscaras, diademas, colonias, etc.- ,  en los Playmobil, en Harry Potter. Nuestros amigos del Brexit, los británicos, lo tienen incluso en su escudo heráldico.

Las primeras noticias del unicornio se remontan al siglo IV antes de Cristo. En aquella remota época, Ctesias, el médico de Artajerjes II recomienda la utilización de su cuerno como antídoto de venenos, una creencia que se extendió hasta bien entrado el siglo XVIII. Era un medicamento obligatorio en las farmacias londinenses hasta el año 1741. Sin duda una de las causas de la expansión del mito se debió que se cita en varias ocasiones en la Biblia, y claro, y si aparece en la Biblia, que es la palabra de Dios, eso va a misa… y a los libros. Grandes pensadores cristianos como San Gregorio, San Isidoro de Sevilla o Santa Hildegarda de Bingen no podían poner en duda lo que figuraba en el libro sagrado y mencionan al unicornio en sus escritos. Incluso grandes racionalistas, como Gottfried Leibniz, extendieron la creencia en los unicornios muchos siglos después.

Las propiedades medicinales que se atribuyeron al cuerno del unicornio, el alicornio, hizo que se convirtiera en objeto de deseo por parte de papas, príncipes y reyes, que se resistían a morir envenados. Se pagaban extraordinarias cantidades por el cuerno del unicornio. El llamado Cuerno de Windsor, fue adquirido por la reina Isabel I de Inglaterra por 10.000 libras esterlinas de la época (unos tres millones de euros actuales). Nuestro rey Felipe II deja claro en su testamento que en su guardajoyas se encuentran nada menos que seis cuernos de unicornio. El valor que alcanzaban estos cuernos dio lugar a múltiples falsificaciones, y como alicornios, se vendían huesos fosilizados y cuernos de distintos animales. Los compradores ponían mucho cuidado a la hora de adquirir el unicornum verum.

 

Unicornio y doncella

Fig.1. «Propiedades medicinales». Irene Villalba.

 

Pero vamos a ver, que estoy diciendo ¿cómo se falsifica algo que no existe?

Lo que normalmente se tomaba como “verdadero alicornio”, el que con más frecuencia aparece representado en los cuadros, ni siquiera es un cuerno. Se trata de un diente, el colmillo izquierdo de los machos de un cetáceo marino, el narval. Su nombre científico compagina su anatomía con el mito, Monodon monoceros, el unicornio del único diente. No es el narval la única especie que contribuyó a difundir la creencia en unicornios y casi con toda seguridad el origen del mito se basa en una descripción idealizada del rinoceronte indio,  Rhinoceros unicornis – el unicornio con un cuerno en la nariz- y como tal lo tomo Marco Polo, quien señalo que su aspecto poco tenía que ver con el esbelto caballo que se representaba en Europa. En esta historia zoológica también están implicados diversos antílopes, como el oryx, que recoge Bernardo de Breindenbach en la Guía Michelín de la época, el Viaje a Tierra Santa (1486).

 

Unicornios y doncella

Fig. 2. «Animales». Irene Villalba.

 

Algo que todavía no han hecho en MasterChef es cocinar un unicornio. Si los guionistas desean saber cómo, consulten el libro de cocina del siglo XIV de Geoffrey Fule.  Aquí les dejo en enlace , pero ya saben, empieza como todas las recetas: “Cójase un unicornio…”.

Hasta aquí al menos podemos encontrarnos algo de la realidad que contiene el mito del unicornio, una especie de quimera donde se entremezclan varios mamíferos. Pero hay otro tema fascinante que da título a este artículo.

Parece ser que la creencia de que los unicornios se capturaban utilizando vírgenes parte precisamente del sabio sevillano, San Isidoro. Este extraño cebo es representado en las escenas medievales de la caza del unicornio y se recoge en la coplas cantadas por los trovadores (Soy como el unicornio, paralizado por el estupor, al contemplar a la doncella. Desconcertado por la alegría, cae pasmado sobre su regazo, donde es matado a traición. Thibaud de Champagne, 1201-1253).

El unicornio no sólo fue un antídoto de venenos, sino que pasó a representar el símbolo de la pureza. Encontramos cuadros y tapices en los que se quiere resaltar la virtud de la doncella, representándola junto a un unicornio. No por casualidad el carro de la castidad de los Triunfos de Petrarca, donde aparece Cupido encadenado, es arrastrado por unicornios. Una divertida historia donde se utiliza este cebo es la novela de Juan Eslava Galán, En busca del Unicornio, premio Planeta de 1987. Tranquilos, no voy a hacer un spoiler.

Volvamos a la pregunta inicial ¿Cuantos unicornios se cazaron con una doncella? ¿Es que nadie se dio cuenta que el sistema no funcionaba?

Podríamos haber diseñado un sencillo experimento. Situemos a varios conjuntos de doncellas en diferentes situaciones, en distintos lugares y en diferentes épocas. Saquemos conclusiones a partir de los resultados obtenidos. Es lo que haría un científico, no un creyente.

El unicornio es un buen ejemplo de la facilidad con que se extienden las creencias … y de lo fácil que puede ser desmontarlas con la Ciencia.

Aplíquese este remedio contra religiosos y adivinos, que explotan la debilidad humana en las creencias.

 PARA SABER MÁS

 Christen, A. y Christen, J. A. 2011. The unicorn and the narwhal: a tale of the tooth. Journal of the history of dentistry, 59: 135-142.

Delacampagne A. y Delacampagne C. 2005. Unicornios y animales parcialmente humanos, 75-111 p. En: Animales extraños y fabulosos. Editorial Casariego.

Eslava Galán, J. 1988. En busca del unicornio. Editorial Planeta, 280 p. (existe una versión revisada y ampliada de 2006).

Fischer, L-P, Cossu Ferra Fischer, V. 2011. La licorne et la corne de licorne chez les apothicaires et les medecins. Histoire des sciences medicales, 45: 265-274.

Lavers, C. 2009. The natural history of unicorns. William Morrow, 272 pp.

Ley, W. 1963. El pez pulmonado, el dodó y el unicornio. Espasa Calpe, 360 pp.

Sheppard, O. 2000. Leyendas del unicornio. S.A. Edimat Libros, 384 pp.

 

Profesoras Araceli Giménez y Ania Munera.

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