En la entrada de un conocido blog sobre el astronáutica y espacio y en otros medios se pone en duda que el concepto de Stratolaunch, desarrollado por Scaled Composites, pueda ser capaz de poner satélites en órbita. Es una afirmación respaldada por algunos de sus seguidores, que afirman que esta idea de lanzar cohetes desde un avión, a 20.000 metros de altura, es una idea absurda.
La cuestión es que a pesar las opiniones de blogueros y sus seguidores, por alguna razón los ingenieros de Scaled Composites siguen adelante con el proyecto de Stratolaunch. Tal es así, que el NYTimes del pasado 20 de junio, muestra imágenes del proceso de fabricación del gigantesco avión.
Parece ser que el planteamiento de esta duda de los medios radica en el por qué emplear este colosal aparato en lugar de los lanzadores tradicionales, que empresas como SPaceX, o la española PLD quieren optimizar como medios rentables. La primera ha cosechado grandes éxitos, logrando el aterrizaje en vertical de un cohete. Es una apuesta más sencilla y con una solución probada, merced a ochenta años de investigación en la ciencia de cohetes. Apoyaron este concepto Von Braun, Goddard y Tsiolkowski. Este último sabio fue el pionero en la astronáutica, quien no construyó un solo cohete pero si sentó las bases de esta ciencia . Una de sus ideas fue la de emplear cohetes por etapas, de manera que así ayudamos a acelerar el cohete con menos masa “muerta”.
Si recordamos los lanzamientos de los grandes cohetes, como el SaturnoV, es exactamente así como funciona: cuando el propergol (combustible más comburente) de la primera etapa se agotan, y el cohete ha alcanzado una altura y una velocidad, éste se separa del resto del cohete y cae para desintegrarse, dejando al resto, mucho más ligero, continuar subiendo, más alto y más rápido, y así lo mismo con la segunda etapa, hasta lograr al fin colocar la carga útil en la órbita deseada, que puede ser un satélite o un módulo lunar.
Esta genial idea también es la que respalda el concepto del Stratolaunch, solo que se sustituye la primera etapa del cohete por otro medio, en este caso un gigantesco avión, que eleve la segunda y posteriores etapas hasta una altura determinada, donde el cohete se separará para encenderse e iniciar su ascenso por sí solo.
La ventaja de este sistema radica en que podamos lanzar esta segunda etapa a la altura y con la velocidad que lo haría la primera etapa del cohete. Si pensamos en grandes cohetes, como el SaturnoV, el Ariane, nos evitaríamos esta parte no reutilizable del cohete, además ahorrar gran masa del combustible y todo el comburente (ya que el avión no lo necesita): en la primera fase de lanzamiento, esta se produce en la atmósfera y donde hay densidad de aire suficiente para que funcionen los motores a reacción de los aviones.
Este concepto ya fue planteado anteriormente, entre otros el Saenger II, con un avión nodriza y la astronave como “zángano” (dron) que se separa y despegaba. Igualmente, al empresa Orbital Sciences Corporation comercializaba el cohete Pegasus, ideado por el ingeniero español Antonio Elias, y que podía lanzarse desde un avión del tamaño de un Lockeheed Tristar, para lanzar una carga útil de 375 kg a 200 km de altura. Del mismo modo, la empresa española Celestia Aerospace propone el lanzamiento de micro y nanosatelites desde un Mig-29. Incluso, se ha planteado seriamente el emplear globos, lo que se llama Rockoon, un concepto ideado en los años 50 por James Van Allen y que es la apuesta de la otra empresa española, Zero2infinity.
La idea de lanzar cohetes desde gran altura, como vemos es buena y válida. La cuestión importante, y por la que en el citado blog se duda del Stratolaunch es, cuánta carga se puede lanzar. Con los sistemas citados, los cohetes lanzadores eran muy pequeños. Hemos hablado anteriormente de sustituir la primera etapa de un gigantesco cohete, como era el Saturno V, para elevar sus segunda y posteriores etapas, pero desgraciadamente esto no es posible. El conjunto es demasiado pesado para poderse elevar con una aeronave como las citadas.
No obstante, la apuesta del Stratolaunch, y el objeto de la polémica que abre esta entrada, consiste en que se afirma que este avión es capaz de transportar una carga de unas 226 toneladas, un peso inferior al de un Falcon 9 (pesa 330 toneladas) y elevar a 20km de altitud y desde allí lanzarlo. Para ello, el avión lanzador tiene que ser muy grande de 117 m de envergadura, la mayor del mundo, y debera estar equipado con seis grandes motores, los mismos que utiliza el B747.
El objetivo consiste por tanto en lanzar a orbitas bajas (LEO) pequeños satélites e incluso se plantea la posibilidad de una versión escalada de la minilanzadera Dreamchaser, con lo cual entran en el competitivo mercado en el que actualmente pugnan SpaceX o Blue Origin. El éxito del Stratolaunch será, convencer que este concepto es mejor que los anteriores.
A pesar de las opiniones de blogueros y páginas especializadas que ponen en duda su viabilidad, hay que tener en cuenta que se trata de un primer paso, no falto de problemas y de obstáculos. Se entiende que el Stratolaunch es una opción viable, así es como lo ven los ingenieros y ejecutivos de Scaled Composites, aun en fase de desarrollo. Aunque dista de poder competir hoy en día con sus competidores, Stratolaunch es un concepto que debe evolucionar, merced a los resultados de las primeras experiencias y quizá veamos algo sorprendente. Los que conocemos la tecnología aeroespacial sabemos que este camino no es fácil y está plagado de fracasos, pero también que la perseverancia y el trabajo dan finalmente sus frutos. El tiempo lo dirá.
Alfonso Martin Erro
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