Llevo un tiempo dando vueltas a cómo y con qué tema en particular iniciar mi participación en MasScience.

Tenía claro que debía ser algo sugerente y que, al mismo tiempo, definiera mis inquietudes e intereses.

Lamentablemente creo que este objetivo es prácticamente irreal, teniendo en cuenta que los temas no suscitan el mismo interés a todo el mundo y seguramente lo que me parezca apasionante a muchos otros les puede parecer un tostón.

Aún a riesgo de poder serlo, me he decidido a comenzar por la Revolución de los Productos Secundarios (RPS) por dos razones.

En primer lugar porque mi principal línea de investigación se centra en las comunidades campesinas primigenias (y este tema las afecta de lleno) y, en segundo lugar, porque las nuevas tecnologías aplicadas a la Arqueología (como la genética y los análisis de contenidos en cerámicas, por ejemplo) están aportando numerosos datos que ponen en aprietos a este postulado propuesto por Sherrat en los 80 y que ha servido de paradigma para fundamentar el desarrollo de las primeras sociedades “complejas” durante el Calcolítico europeo, o lo que era lo mismo, como rezaba el título del libro de Delibes de Castro y Fernández Miranda (1993), los orígenes de la “Civilización” en el Viejo Mundo, tal y como se entiende desde una visión eurocéntrica.

Por ponernos en antecedentes, el postulado de Sherrat (1981) señala que la RPS fue un proceso histórico surgido por el comienzo del aprovechamiento de los animales domésticos como algo más que “almacenes de carne”.

¿Dónde se produjo?

Los primeros pasos se dieron en Oriente Próximo y desde allí se extendió como una mancha de aceite hacia Europa y los espacios inmediatos de Eurasia.

¿Cuando se produjo?

El primer aprovechamiento de los animales domésticos, la razón por la que se domesticaron, fue la de constituir un fondo de seguridad para los momentos problemáticos. Los pequeños rebaños, de ovicaprinos básicamente, servían solo para aportar proteínas a la dieta.

La inversión en pastos y en el cuidado de los rebaños valía la pena porque proporcionaba resultados más predecibles que la caza.

Por lo tanto, si el primer aprovechamiento se produjo en el Neolítico, la modificación de este tipo de modelo se tuvo que producir en un momento avanzado del mismo e inauguró un nuevo momento histórico, el Calcolítico (III milenio a.C.).

En este sentido, la RPS supuso la intensificación de la economía a través del aprovechamiento de otros productos que los animales son capaces de proporcionar: aprovechamiento textil de la lana, la leche, la fuerza de tiro, la tracción, etc…

La clave para Sherrat está en que esto se produjo al mismo tiempo en una especie de pack indisociable y tuvo la capacidad de cambiar la sociedad: por eso el término de Revolución.

En definitiva, La nueva gestión del ganado pudo proporcionar un crecimiento económico que fue capaz de sustentar la “complejidad social” que se apreciaba en el registro arqueológico en el cambio del Neolítico al Calcolítico.

arroyal I

Dolmen de Arroyal I (Burgos, España), qué acoge enterramientos del Neolítico Final y Calcolítico

Como decía, este paradigma actualmente está en entredicho. Bien es cierto que las críticas al mismo no han esperado a la incorporación de procedimientos ligados a las ciencias experimentales, pero si lo es que las nuevas técnicas han proporcionado datos consistentes a las dudas propuestas desde el punto de vista teórico.

En este sentido, desde el punto de vista arqueológico el modelo contaba con numerosos problemas cuando se alejaba de Oriente Próximo y, en dirección occidental, de Centroeuropa.

El registro arqueológico mostraba la ausencia de elementos notables del pack conforme se alejaba del “centro innovador”: Aunque se reconocía una gestión de la cabaña ganadera orientada al aprovechamiento secundario, faltaban las pruebas que sobre algunos usos esenciales en el modelo ligado a la intensificación como el uso del arado, la domesticación del caballo o el aprovechamiento textil de la lana.

Y he aquí una discrepancia, pues a través de los estudios zooraqueológicos se apreciaba un cambio en la edad de sacrificio de los animales: se mataban animales más viejos con el fin de obtener otros usos de los mismos pero ¿cuales?

En este sentido, las pruebas siguen siendo esquivas en cuanto a la aparición del arado y el empleo de la tracción animal (lo que implica la emergencia de la rueda y el carro) hasta la Edad del Hierro y, sin embargo, los estudios de contenidos y los de ADNasobre cabañas ganaderas calcolíticas muestran un aprovechamiento clave: el de los recursos lácteos en estos lugares occidentales.

No obstante, el aprovechamiento de la leche y sus derivados parece que fue muy anterior en el tiempo a lo propuesto por Sherrat. Por lo tanto, si analizamos la propuesta en su conjunto se puede llegar a la conclusión de que en determinados lugares del occidente europeo la explotación de los recursos secundarios no llegó en forma de pack, sino de manera gradual.

No pudo causar, en el sentido propuesto, una revolución. Los cambios observados en el registro arqueológico, la transición entre el Neolítico al Calcolítico, se pueden relacionar con transformaciones sociales que deben ser explicadas.

Además, desde mi punto de vista, el inconveniente principal de la propuesta no es la constatación del aprovechamiento de productos “secundarios”, sino la consideración de tal utilización como la causa de la “complejización”.

En todo caso, tal uso debería ser contemplado como la consecuencia de procesos sociales que necesitaron de un cambio en el modelo económico.

En este sentido, la explotación de estos recursos se relaciona más con una demanda social concreta de las comunidades campesinas, que fueron introduciendo tales aprovechamientos en función de sus necesidades.

Detrás de esta lógica económica se intuye una ley universal que las comunidades campesinas cumplen siempre: la ley del esfuerzo innecesario, o ley de Chayanov, que indica que ningún campesino intensifica su producción si no es estrictamente necesario.

Dentro de la lógica económica campesina, alejada de los planteamientos mercantiles, no tiene sentido producir por encima de las necesidades, conseguir excedentes ¿para qué? Una vez garantizada la supervivencia y destinada parte de la producción a fondo de seguridad para los malos momentos, no tiene sentido “intensificar” la producción.

Por esta razón, aunque se conocieran por contacto determinadas innovaciones técnicas, unas se incorporaron pero otras se aplazaron hasta que fueron necesarias. La incorporación de los productos lácteos supuso, en el sentido que estamos hablando, una estrategia sólida, exitosa y que proporcionó un margen de seguridad suficiente como para evitar la incorporación de otras estrategias hasta mucho tiempo después. El por qué en unos lugares fue así y en otros se aplicó el modelo de Sherrat casi a rajatabla obedece al devenir histórico de cada región.

Para ser justos es necesario reconocer el notable avance que supuso la propuesta así como la influencia que hasta nuestros días ha tenido el postulado de Sherrat.

Además, en cierto sentido, es acertada, al menos parcialmente, aunque su papel como estrategia económica desencadenante de la “Civilización” pierde fuerza, diluyéndose conforme se conocen más datos.

Es probable que este tema os deje con más dudas que respuestas. En gran parte se debe a que es un debate no cerrado, muy vivo y de actualidad, que ha saltado de nuevo a la palestra.

Por lo tanto, no todo está dicho, así que… seguiremos debatiendo.

Referencias:
-Delibes de Castro, G. y Fernández-Miranda, M. (1993): Los orígenes de la civilización. El Calcolítico en el Viejo Mundo, Síntesis. Historia Universal, 5 Prehistoria. Madrid.
-Sherrat, A. (1981): “Plough and pastoralism: aspects of the secundary products revolution”. En I. Hodder, G. Isaac y N. Hammond (eds.): Pattern of the Past: Studies in honour of David Clarke, Cambridge University Press. Cambridge: pp. 261-305.

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