Tras el huracán mediático provocado por el Valsartán, empieza a gestarse otra tormenta perfecta en las ondas. Como si de la crónica rosa se tratase, nuestro protagonista ha pasado de ser el más codiciado al más temido. En este caso no hablamos de una estrella, sino del analgésico por antonomasia en las farmacias españolas: el metamizol (nolotil).
Esta popular marca fabricada por Boehringer Ingelheim y la infinidad de genéricos que la siguen, es un antipirético y analgésico empleado para un gran abanico de dolores intensos que van desde el post-traumático a los cólicos que en los últimos meses ha tenido importantes problemas de suministro, provocando una escasez importante en el mercado, tanto en su presentación en capsulas como en solución inyectable.
Sin embargo, a raíz de la notificación por parte del Sistema español de Farmacovigilancia de los fallecimientos de diez británicos, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha actualizado la ficha técnica de este medicamento, ha prohibido su venta a los turistas y ha ratificado que solo puede venderse con receta y únicamente en tratamientos de corta duración.
El motivo de esta actualización es recordar el riesgo de agranulocitosis, reacción adversa grave que consiste en una bajada importante de defensas que puede desencadenar el desarrollo de numerosas infecciones y sepsis e incluso la muerte. Este descenso en las defensas es totalmente aleatorio, es decir es independiente de la dosis y en cada persona es diferente.
Es por todo lo anterior que la AEMPS recomienda que previa a la emisión de la receta, se realice una analítica a los pacientes para evitar su uso en aquellos con factores de riesgo de agranulocitosis. Adicionalmente deben de tener cuidado con pacientes de edad avanzada con las defensas comprometidas y se prohíbe su dispensación a turistas, al no ser posible realizarles los controles pertinentes.
La mecha se prendió en un artículo de The times en el que se centraba en los turistas británicos y refleja una historia no mencionada en la nota de la AEMPS, y que tiene como protagonista a la traductora médica Cristina García del Campo.
Tal y como comentó al periódico EL ESPAÑOL, un paciente al que traducía en el Hospital de Denia falleció a causa de una sepsis en noviembre del año pasado. Esto le hizo percatarse que no era normal el número tan elevado de sepsis en pacientes a los que traducía y comenzó a indagar en los historiales médicos que pudo. Vio la existencia de un nexo común: el tratamiento de un dolor con Nolotil y no con su versión genérica.
A partir de ese momento, comenzó a contactar con los hospitales donde trabajaba y les hizo saber su sospecha de que tenían entre manos un problema de salud pública. Consciente de que este medicamento no está autorizado en Reino Unido por algún motivo, comenzó a programar reuniones con la Consejería de Sanidad de Valencia, la Agencia y a escribir a expatriados británicos en redes.
La traductora afirma tener más de cien casos notificados, diez decesos y casos que terminan con amputaciones, avalados la mayoría por informes médicos que acreditan que son casos acaecidos por la agranulocitosis asociada al uso del metamizol.
Por ello tiene claro que a la población anglosajona le sienta mal dicho medicamento y no se debe prescribir, a pesar de llevar más de medio siglo en el mercado.
Tal y como he mencionado antes, la AEMPS es mucho más cauta, diciendo que, aunque se ha discutido en profundidad la posible mayor susceptibilidad para la agranulocitosis de la población del norte de Europa y se han estudiado posibles factores genéticos, con la información disponible no se puede confirmar ni desmentir la existencia de un mayor riesgo en poblaciones con rasgos étnicos específicos.
Con todo esto, la traductora señala que tanto la Agencia como los hospitales con los que colabora se lo han tomado muy en serio y concretamente el Hospital de Denia ha puesto en marcha el mayor estudio sobre los efectos del metamizol a gran escala, aunque tardará en verse resultados. Mientras tanto ayuda a traducir a los expatriados británicos los formularios para notificar los casos de Farmacovigilancia e informa que hay gente que quiere demandar.
Desde Boehringer Ingelheim, ratifican que han colaborado desde el primer momento con las autoridades sanitarias y que le han remitido toda la información referente a la seguridad y la eficacia recogida desde su lanzamiento al mercado.
En resumen, al margen de lo acontecido, el metamizol es un medicamento seguro, especialmente en la población española. Es por ello que considero que la actuación de la AEMPS es positiva para informar a médicos y a la población de la existencia de una predisposición genética y la necesidad de tomar precauciones previas y desmontar el mito de que el metamizol es como el ibuprofeno o el paracetamol. Para ello se debe de comenzar la educación desde la consulta del médico de atención primaria, recobrar el respeto a este medicamento y desterrar el “a mi vecina le va bien” de la creencia popular.