Me despierto sobre las siete y media de la mañana. Hoy, como cada mañana desde que he vuelto a casa, no se consiguen ver los rayos de sol atravesando el cielo grisáceo que nos acompaña. Oigo el silencio, los pájaros, las ramas de los árboles agitarse delicadamente y descubro que, por fin, estoy a salvo. Bajo las escaleras, abro las ventanas de la cocina, enciendo la televisión y observo el jardín, con voces de fondo que cuentan las últimas novedades de esta «nueva normalidad». Mientras tanto, me preparo un café bien cargado que consiga despegarme los párpados y activar mis neuronas.
Cabrearme sin mi primera dosis de cafeína, me pone histérica
A 10 de junio de 2020, lo único que se oye en los diferentes telediarios es lo bien que están preparando los restaurantes, bares y hoteles, sus instalaciones para la llegada de los turistas. En un hotel de Mallorca, emocionadísimos porque en breves llegarán los alemanes.
Y parece lógico, ¿verdad?. Llevamos desde el 15 de marzo confinados, escondiéndonos de un virus que se ha llevado miles de vidas (en las peores condiciones que podamos imaginarnos), ha puesto a prueba a un país entero y parecía -sólo parecía- que iba a cambiar nuestra mentalidad sobre el Planeta Tierra, la ciencia y la necesidad urgente de invertir en Investigación.
Esa era mi esperanza: España va a cambiar. Los científicos no vamos a quedarnos en el olvido.
No obstante, el miedo es algo momentáneo, que se va, nos deja, nos suelta de la mano. Y podemos volver a hacer vida “normal”. O como se dice ahora, “La nueva normalidad”. Expresión de moda que creo que va a sustituir a la tan explotada “zona de confort”. En fin, no nos desviemos del tema.
El caso es que, cuando creemos que hemos vencido al monstruo, podemos hacer dos cosas:
Aprender o volver a nuestra esencia de antes
Así que, a 10 de junio de 2020, mi rabia va in crescendo y grita al televisor.
¿Esto es lo que realmente importa? Hacía apenas 24 horas había leído una noticia sobre la creación de una Alianza Europea que impulsa el desarrollo y la fabricación masiva de la vacuna contra el Coronavirus.
Los países que formarán esta Alianza son Francia, Alemania, Países Bajos e Italia. El BIG-4 (así llaman a estos cuatro países que unen sus fuerzas para luchar contra las garras del virus) pretenden sustentar un proyecto de desarrollo y fabricación de la vacuna con compañías farmacéuticas.
Pero ¿dónde está España?
Como citaba el artículo publicado en ConSalud, España se habría quedado fuera por la ausencia de una infraestructura necesaria para tal producción masiva. Eso sí, en las noticias no faltan titulares sobre “El Turismo llega a España”, “Las colas de los chiringuitos” y “Las parcelas reservadas cuando vayas a la playa”. Bueno, sin contar los escándalos del Rey emérito, el cocodrilo-nutria y otro sinfín de noticias del estilo Made in Spain. Es irónico como hace unos meses, cuando empezó toda esta pesadilla, los balcones se abarrotaban a las ocho de la tarde para aplaudir a los sanitarios que estaban luchando, como verdaderos guerreros, para que pudiéramos sentirnos protegidos.
O, en mi caso, sin ir más lejos: trabajando sin descanso en una farmacéutica que nos ha tenido currando con unas condiciones nefastas, sin protección y anteponiendo la producción a la salud de los trabajadores.
Todo este sacrificio para nada, para seguir siendo un país que no invierte en Ciencia, ni en I+D, ni en Sanidad.
No obstante, una pregunta ronda por mi cabecita… ¿De quién es la culpa realmente? Durante estos tres meses, hemos oído de todo: Científicos que daban su opinión en programas tertulianos, políticos que no sabían por donde tirar del carro, la sociedad que cada semana era experta en algo (virología, inmunología, repostería, etc) y un hilito de esperanza por parte de científicos y científicas como yo, que todavía esperábamos que esto cambiara el rumbo de nuestro país. Pero, y cuando todavía quedan restos microscópicos del virus que podrían dar lugar a otra catástrofe sanitaria -y económica-, el país está volviendo a su esencia natural: preocupados por los chiringuitos que sí abrirán, las colas para sentarnos o las reservas para poder tumbarnos en las playas.
Poco pensamos ya en los aplausos que dimos (¿por postureo?), los jóvenes investigadores que seguirán marchándose de este país porque nadie los tiene en consideración (pero culparemos nuevamente al momento actual y no al conjunto de malas decisiones que se han tomado desde que yo tengo memoria) o lo poco que hablamos de los problemas de Educación (y el poco ejemplo que estamos dando a las generaciones venideras).
Por cierto, ¿a nadie le parece surrealista que hablemos de turistas extranjeros llegando a nuestras costas cuando hay gente en España que lleva casi cuatro meses sin poder volver a su casa y visitar a su familia?
Yo produciendo fármacos biológicos*
*Fármacos biológicos: Sustancia producida con un organismo vivo o sus productos. Se usa para prevenir, diagnosticar o tratar el cáncer y otras enfermedades. Entre los medicamentos biológicos se incluyen los anticuerpos, proteínas recombinantes y vacunas.
Amanecer entre la naturaleza es una de las más atrevidas sensaciones con las que la vida nos premia
Por cierto, ¿a nadie le parece surrealista que hablemos de turistas extranjeros llegando a nuestras costas cuando hay gente en España que lleva casi cuatro meses sin poder volver a su casa y visitar a su familia?
– A mí me parece un despropósito, la verdad… este año, tanto para turistas extranjeros, como para «españoles» que viajen «fuera», debería implantarse una cuarentena obligatoria… o esto se va a volver a ir de madre